El director francés François Ozon mostró en la Berlinale el rostro múltiple de las víctimas de la pedofilia en la iglesia , en una jornada a concurso que completaron una rompedora historia sobre violencia infantil y la estepa azotada por el viento de Mongolia .

"No me interesa el aspecto jurídico, sino el humano. No pretendo influir en la justicia francesa, sino en la sociedad ", afirmó Ozon sobre " Gràce à Dieu ", su quinta película a concurso del festival berlinés, esta vez centrada en un universo de traumas masculinos.

Su filme se estructura sobre un escándalo real, el que salió a la luz a raíz de la plataforma " La Parole Liberé ", el colectivo de víctimas del padre Bernard Preynat , al que se imputan abusos a 70 menores , cuyo abogado ha presentado una demanda en Francia para que se retrase el estreno del filme hasta después del proceso.

A partir de ahí, Ozon arrastra "al espectador hacia personalidades distintas masculinas", inspiradas en esos personajes reales , hasta componer un mosaico amplio, como extenso es el pecado de la pedofilia en la iglesia.

Ahí está Alexandre ( Melvil Poupaud ), el padre de una familia modélica católica que no quiere perder la fe, pese a lo sufrido; o el que fuera niño prodigio Emmanuel ( Swann Arlaud ), incapaz de recomponer las piezas destrozadas por el padre que arruinó su niñez.

A su alrededor están las esposas o madres que los sostienen en la lucha contra la impunidad eclesial o que trataron de no ver a tiempo ese secreto a voces que es la pederastia infligida por religiosos.

"No es un filme documental sobre ese caso. Podría ser sobre cualquier otro en España, en Argentina, en otro lado", defendió Ozon, sobre una película que va más allá del "proceso Preynat" y la red de silencio tejido alrededor de este por la iglesia.

" Gràce à Dieu " llegó a la Berlinale cuatro años después de que el chileno Pablo Larraín ganara el Gran Premio del Jurado con " El club ", el filme centrado en un grupo de sacerdotes perdidos entre atrocidades inconfesables.

Ozon da un giro de 180 grados a los anteriores filmes con los que compitió en Berlín -entre ellos, " 8 Femmes " (" 8 mujeres "), Oso de Plata en 2002 a su elenco de actrices, entre ellas Catherine Deneuve , Isabelle Huppert y Fanny Ardant -.

Francia entró así con buen pie en la batalla en una competición, cuyos premios repartirá el jurado presidido por la actriz Juliette Binoche , con el director chileno Sebastián Lelio en el equipo.

También tuvo un buen arranque Alemania con " Systemsprenger " (" System crasher "), un filme dirigido por Nora Fingscheidt , representante de la nueva generación de cineastas alemana, que no deja un segundo de respiro al espectador.

Su protagonista es Benni, una niña de nueve años ( Hélena Zengel ) que aterroriza a sucesivos terapeutas y hogares de adopción con sus explosiones de violencia extrema, salpicados de momentos de ternura que les parte el corazón.

Tan imposible es desentenderse a esa niña como que la incorporen a su vida privada uno de sus desbordados terapeutas, conscientes de que tienen ante sí el producto de un hogar desestructurado como tantos otros, pero que a la que no deben acercarse a un hijo propio.

"Un niño violento es grito que pide ayuda", explicó Finscheidt sobre un filme que encierra un homenaje a tantos asistentes sociales de la vida real, en lucha contra la batalla aparentemente perdida de dar con un lugar donde Benni no sea un peligro para ella ni para el entorno.

Un hombre que no es capaz de volver a dar las gracias a la pastora que salvó en medio de una noche helada bien merece que se le escape la chica a la capital y que la moto le deje tirado: esa es una de las lecciones de " Öndög ", el tercer filme a competición, dirigido por Wang Quan'an .

Rodado de nuevo en Mongolia, como el " Tulla's Marriage " que dio al realizado chino el Oso de Oro del festival , en 2007, la película parte de un policía inexperto de 18 años que queda al "cuidado" de una cadáver de mujer desnuda abandonado en la estepa.

Le salvará de morir helado la pastora menos joven que además de sopa, abrigo y tabaco, recostados en su camello, le deja hacer.

Wang Quan'an completa una constelación humana menos simple de lo que parece, entre imágenes que parecen desafiar a la pregunta recurrente en el festival de si el cine sobrevivirá a Netflix.

" Öndög " es una de esas películas impensables en otro formato que no sea la gran pantalla. Inmensa, como su director, e intensa, si se atiende a cada uno de los detalles.

nrv

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