#LaVozDeLosExpertos

Demandas por posible uso de tecnologías de otros, densas acusaciones sobre acoso sexual, vehículos con conducción autónoma pasándose altos, un CEO que se pone a reprimir a un operador de su empresa por compartir su opinión respecto a las tarifas. Tan sólo falta otra contingencia ambiental con tarifas dinámicas (al estilo de antes) y este sería un mes uber-estelar para Uber. Sin embargo, lo más incómodo no es lo duro, ni lo tupido, sino la actitud.

Al parecer cuando Travis iniciaba la construcción de su futuro emporio del transporte, tenía una mejor capacidad de autoanálisis. Tanto era así que alguna vez publicó un tweet buscando por una persona que supiera gerenciar y realizar desarrollo de negocio, supongo que entendía que él no tenía lo que se requería para hacerlo. A este mensaje contestó el que llegaría a ser el primer CEO de Uber durante poco menos de un año, Ryan Graves, quien hoy lleva el título de SVP y encabeza las operaciones globales.

En diciembre de 2010, cuando Travis toma las riendas, se empieza a gestar el impresionante crecimiento de la aplicación que junta chofer más auto con la persona que requiera dichos servicios. Su expansión global es rápida, aprovechando su postura disruptiva, que más bien está basada en la falta de movimiento eficiente por parte de las políticas públicas. Es así que en ciudades como la de México llega el servicio a acaparar un mercado existente y en crecimiento con la necesidad de un mejor servicio al que le ofrecían los taxis.

Muchos teníamos comentarios positivos respecto al servicio y la importancia que traía al futuro de la movilidad. Una mayor transparencia en las transacciones financieras y menos complicaciones que el dar tu ubicación a la señorita del teléfono para que medio se lo explicara al radio taxi. Mi mayor duda no era contra Uber, sino con la falta de interés por regular a los que le ven la cara a los taxistas que siguen las reglas.

Varios ciudadanos denotaban el valor agregado del servicio por encima de estructuras que dejaron de escuchar a sus clientes décadas atrás (como lo empieza a hacer Uber ahora). De un mejor servicio se expandió a un segundo tema clave, transparencia respecto a las transacciones económicas. No se sabía de cuántos millones de dólares era el mercado del transporte, más porque era todo en efectivo y muchas veces sin recibo, ni taxímetro.

Desde 2011 ya había comentarios de que no se respetaba la privacidad de los usuarios. Luego se empezaron a escuchar comentarios de que podían utilizar información privada para presionar a personas.

En varias empresas de Silicon Valley los fundadores y CEOs tienen el control de decisión, los empleados, aunque accionistas, no tienen voz ni voto, y lo mismo para los accionistas externos. Chris Sacca, que tiene una cantidad de acciones importantes en Uber, escribió un tweet condenando el caso del tema de acoso sexual en Uber, pero no hizo un blog post al respecto como lo hizo con Twitter en su momento. Incluso Google Ventures tiene como 6% de acciones de Uber, pero ahora sabemos que Waymo está demandando a Uber por tecnología LiARD.

Como dice Peter Sims, si tus principios sólo están asociados a tu billetera, no tienes principios. Cuando mandas un mail con tu correo personal a todos tus clientes y te responden, regresa la atención. Yo llevo esperando una respuesta del director de Uber en México desde abril del 2016, cuando le respondí a Roberto Fernández del Castillo su correo: “Estamos juntos en esto”. Al parecer juntos es ellos y no nosotros, tal vez el tabique al que se subieron está tan vertical que se tambalea.

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