Washington D.C. fue el anfitrión, el 20 de julio, de una reunión anti-Estado Islámico (EI), donde el secretario de Defensa Ashton Carter recibió a más de 30 líderes representantes de sus naciones para discutir el próximo paso en la lucha contra el “Estado Islámico”, incluyendo, en particular, esfuerzos por parte de la coalición liderada por Estados Unidos para liberar las ciudades de Mosul, en Irak, y Raqqa, en Siria, de su dominio.

Después de la batalla de Faluya, el mes pasado, Mosul se convirtió en el principal objetivo para el gobierno iraquí y sus aliados. Es la segunda ciudad iraquí más grande, la cual fue ocupada por el EI de manera espectacular a finales de junio de 2014, después de una retirada cuestionable del ejército de la ciudad.

En tierra, el asunto es más complicado de lo que parece ser en Washington, como muchos asuntos en la región. Cuando la batalla de Mosul sea librada, ¿quién participará en el ataque? ¿Y qué hay sobre el día siguiente a la liberación?, ¿Cuál de los tres componentes iraquíes: los chiítas, los sunitas y los kurdos, estará a cargo?

El Ministerio de Defensa iraquí emitió una declaración sobre la ayuda estadounidense a Kurdistán, diciendo que el memorando firmado con el gobierno central no permite la construcción de bases militares por parte de otros países y estipula la retirada de la milicia kurda, el peshmerga, de áreas liberadas de acuerdo con un calendario establecido. El ministro del peshmerga respondió rechazando la solicitud de Bagdad de retirar sus fuerzas del territorio que ocupa en el distrito de Ninawa, localizado al noroeste de Irak, diciendo que es parte de la patria kurda después de derrotar al EI, y amenazando con suspender su coordinación con el ejército iraquí, que podría llevar al aplazamiento de toda la operación.

“…Las armas del peshmerga no son de alquiler, son utilizadas por decisión del pueblo de Kurdistán y para servir a sus intereses, y si piensan en Bagdad que nosotros tomamos órdenes de ellos, están equivocados”, continuó la declaración kurda.

La embajada de Estados Unidos en Bagdad distancia a su gobierno de la disputa sobre el “memorando”, considerándola como un asunto político iraquí. En una declaración al diario árabe Al-Hayat, un representante del Partido Democrático del presidente kurdo, Massoud Barazani, dijo que cualquier diferencia afectará negativamente a la liberación de Mosul y podrá retrasarla: el ejército iraquí no tiene la capacidad de lograr esa tarea solo. El peshmerga está rodeando la ciudad y no puede ser descartado porque es la fuerza principal en la coalición. Añadió que el peshmerga no se retirará de las áreas que ha liberado porque forman parte de la entidad kurda y eso no es negociable. Dominan 40% del distrito de Ninawa en territorio disputado.

Sobre Mosul, dijo que es sujeto a consideración política. Es difícil lograr un acuerdo sobre ello entre sunitas y chiítas, especialmente dado que la población es, en su mayoría, sunita y rechaza la participación de fuerzas chiítas de movilización popular en la liberación de Mosul. En cuanto a los kurdos, representan un componente importante y el distrito no puede ser administrado sin su participación.

Desde la otra parte, las “Brigadas de Rectitud”, que son una organización militar chiíta, advirtieron sobre las consecuencias de involucrar al peshmerga en la batalla de Mosul e insistieron en la participación de las fuerzas de “movilización popular” para garantizar la victoria y abortar las ambiciones territoriales de los kurdos.

Massoud Barazani, el presidente del enclave kurdo iraquí, expresó su decepción a Jona-
than Khon, de la embajada estadounidense en Bagdad, sobre el trato impropio del gobierno iraquí al peshmerga y por no invitarlos a la reunión en Washington, a pesar del hecho de que forman una fuerza esencial en la lucha contra el Estado Islámico.

En la batalla de Mosul y Raqqa estarán involucrados poderes internacionales y regionales con sus intereses. La presencia e influencia externa, en el pasado, así como en el futuro, añadirá mayor complicación al suceso. La población en la región ha estado pagando el precio desde la invasión estadounidense a Irak en 2003. Para la población en Siria y en Irak, como sigue siendo el caso para los palestinos, no hay final a la vista para sus tragedias.

El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011

nouhad47@yahoo.com

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