Lo esperaron a las puertas del edificio de la calle de Chihuahua, en la colonia Roma, en el que trabajaba desde hacía varios años. No daban aún las cinco de la mañana. Cuando Antonio Sánchez abrió la puerta, cuatro hombres lo empujaron hacia el interior del inmueble. Le destrozaron el cráneo a varillazos. Y actuaron con tanta saña, que incluso le clavaron la varilla en un ojo.

Antonio alcanzó a murmurar: “Fue El Flaco”. Una patrulla que llegó al edifico a los pocos minutos salió en persecución de los atacantes. No los localizó. El Flaco era uno de los franeleros que controlaban la calle de Chihuahua.

Había tenido frecuentes problemas con Antonio porque estacionaba los autos de los asistentes a las fondas y los bares cercanos en las entradas del edificio en que éste trabajaba.

Meses antes del asesinato, los franeleros de Chihuahua, Córdoba y Jalapa desataron un acoso constante hacia el portero.

Converso con Mario Rodríguez, integrante del Comité Ciudadano Roma Norte 3. Rodríguez relata que la Policía de Investigación tardó seis días en ir al edificio a recoger la evidencia del asesinato: para entonces la lluvia había disuelto todo rastro.

Según Rodríguez, los franeleros pasaron cosa de medio año en prisión. Ahora están de vuelta en la calle donde Antonio fue asesinado, a consecuencia de un proceso mal armado.

Ingieren alcohol, intimidan a los vecinos —algunos se quejan de que los han amenazado con armas de fuego si no pagan el “derecho de piso” que les imponen: de 40 a 60 pesos. Se han convertido en otra de las calamidades de una colonia en la que los homicidios, los robos y los asaltos con violencia se han disparado en los últimos años.

En una consulta realizada en 2013, cuatro sectores de la colonia Roma aceptaron que en sus calles se instalaran parquímetros. Los franeleros de dichos sectores tuvieron que moverse hacia las zonas en donde se había impuesto el “No”. De este modo sobrevino la invasión: en los cinco sectores en que no hay parquímetros, los franeleros se disputan y reparten cada metro de las calles.

Los franeleros conocen a detalle los movimientos de los residentes. Observan diariamente su ir y venir. Muchos de ellos alternan su trabajo de viene-viene con el narcomenudeo a deshoras. Los comités vecinales no los consideran ajenos al repunte de robos a casa habitación que existe en la Roma.

Hace unos días el gobierno capitalino realizó otro desalojo de invasores de predios. Esta vez, en un casona porfiriana situada en Orizaba 215.

Una organización de invasores se había apoderado del predio hace tres años. Al poco tiempo, una segunda organización desalojó a los primeros y colocó hombres armados en las azoteas. De acuerdo con las autoridades, la colonia Roma es disputada por tres grupos de informales: Pro Diana (de Diana Sánchez Barrios, hija de la lideresa de ambulantes Alejandra Barrios), el Frente Popular Francisco Villa y la Asamblea de Barrios.

El grupo armado que se apoderó del predio colocó halcones en las esquinas e instaló diversos puestos de comida a lo largo de la calle: tortas, caldos de pollo, mariscos, etcétera.

Los vecinos denunciaron que a partir de la llegada de esta organización se había incrementado la inseguridad en la zona, a través del robo a transeúntes, del robo de autopartes, del robo a negocio, de la venta de drogas.

La Secretaría de Gobierno capitalina (que hace unos meses operó el desalojo del edificio de Benjamín Hill) consideró que la invasión del predio había tenido un alto impacto social y preparó el desalojo: 132 policías a bordo de 29 unidades cayeron sobre la casona, en la que habitaban al menos 50 personas.

Al igual que en Benjamín Hill se encontró un altar de la Santa Muerte, varias bombas molotov, una lista de negocios que posiblemente iban a ser extorsionados, “publicidad” del grupo criminal conocido como La Familia Michoacana, varios expedientes de una compañía inmobiliaria… y dos excavaciones que recuerdan los túneles excavados en Benjamín Hill.

¿Cómo se explica el interés de los invasores de predios por la construcción de pasos subterráneos? ¿Sirven para huir o esconderse, o prueban que los invasores han diversificado sus actividades, extendiéndolas hacia algo que es preciso ocultar bajo tierra? ¿Se tratará tan sólo de provocar daños estructurales en los edificios, con fines inmobiliarios aún no especificados?

En todo caso, las autoridades detectaron que entre los invasores del edificio había un grupo de franeleros.

El operativo revela que lo informal y lo ilegal están ya en la Roma y han iniciado una feroz disputa por el espacio público.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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