La Selección Mexicana de futbol continúa su aventura en la Copa de Oro con la obligación de ganarla para dirimir con Estados Unidos quién representará a la Concacaf en la próxima Copa Confederaciones de Rusia. Y también con la necesidad de borrar la mala imagen que el representativo mexicano dejó en la pasada Copa América de Chile, donde se ubicó en penúltimo lugar, no pudo ganar ni un solo encuentro y quedó estancado en la primera ronda.

Igualmente, con el reto de terminar con esta mala racha de resultados de las selecciones con límite de edad durante este año, que incluye los fracasos de la Sub-22 en el Torneo de Esperanzas de Toulon y la Sub-20 en el Mundial de Nueva Zelanda, eliminada en primera fase, y hasta la Selección Femenil que no logró su objetivo de avanzar a segunda ronda en el Mundial de Canadá.

El triunfo 6-0 sobre Cuba en su debut, simplemente, hizo prevalecer la lógica porque fue muy sencillo vencer a un equipo de ínfima calidad y con plantel incompleto por la ausencia de seis elementos y su entrenador. Sin embargo, falló oportunidades claras de gol que habrían generado un marcador de escándalo y por momentos provocaron la hilaridad del público en el Soldier Field ante tan increíbles yerros, especialmente del goleador Oribe Peralta. Ante Guatemala, si la Selección mantiene la misma seriedad y actitud y por su mayor calidad deberá lograr un marcador holgado a su favor.

Incluso, ante Trinidad y Tobago, con mayor grado de dificultad, el triunfo es el resultado esperado. En realidad, la verdadera competencia iniciará en la segunda ronda en los duelos a eliminación directa y en los que no habrá margen de error, si la selección quiere ganar este torneo.

La escuadra que dirige Miguel Herrera tiene cuatro asignaturas pendientes, que deberá resolver favorablemente en las exigencias que se le presentarán más adelante.

1. Dominar la presión que implica la necesidad de ganar el torneo y por ser, además, uno de los equipos favoritos. Técnico y jugadores deben estar conscientes de lo que eso significa y manejar esta situación habitual para México en este tipo de eventos. Especialmente, Herrera deberá mantener la calma y cordura ante los rivales y árbitros en la cancha, controlar sus emociones y reacciones, no “engancharse” ante provocaciones de sus adversarios o si se presentan errores arbitrales. Y también frente a los periodistas que haremos preguntas en diferentes tonos y sentidos, que él debe “sortear” para no crear frentes de batalla innecesarios.

2. No menospreciar a los rivales y al evento mismo. Debe existir absoluta noción y conciencia de las dificultades del certamen, del grado de complejidad de todos y cada uno de los contrincantes que, históricamente, le juegan al máximo a México para tratar de vencerlo, muchas veces con su mejor futbol y en otras tantas con recursos y argucias muy distantes del fair play. Estados Unidos, el gran favorito del certamen, ya lo ha constatado y no le resultó sencillo vencer a Honduras y Haití en sus primeros partidos.

3. Jugar con intensidad pero con inteligencia, si se sobrepasa puede haber expulsados; si falta intensidad se dirá que faltó carácter y personalidad. México, con mejores individualidades que sus rivales regionales, debe jugar en equipo y que la calidad de cada uno sea en beneficio del juego colectivo y no en aras del lucimiento particular.

4. La selección necesitará buen manejo de las estrategias y del vestidor. Herrera debe mostrar su capacidad para dirigir y dar solidez a todas sus líneas, encontrar el mejor funcionamiento del equipo partido a partido para llegar fortalecidos a las instancias determinantes del torneo. Cuando lo requiera, hacer las variantes que le funcionen mejor, con certeza en los cambios pues tan importante es en el futbol quién entra al relevo como quién sale de la cancha.

Mantener la disciplina del grupo como lo exige el deporte moderno sin llegar al extremo de un régimen draconiano, pero no permitir la anarquía e insubordinación.

Muy importante será el manejo de temperamentos y egos en el vestidor, que todos estén conscientes de su rol pues casi nadie se resigna a ser suplente, por lo tanto Herrera y sus asistentes deben ser claros y directos con todos en equipo y calmar las inconformidades que puedan surgir, particularmente, de los jugadores que nos son titulares. Y generar una competencia interna que no les permita a los del primer equipo confiarse, relajarse demasiado y creer que su titularidad está asegurada.

En este punto, para evitar conflictos, como dicen en el barrio, Miguel Herrera debe ser más derecho que las 6 en punto.

ecamarenar@tdnsports.com

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