La semana pasada se reunieron en Canadá los mandatarios de México, Estados Unidos y el país anfitrión, en el marco de la Cumbre de Líderes de Norteamérica. Es un encuentro que han llevado a cabo los líderes de los tres países en los últimos años para reforzar los lazos de cooperación regional entre ellos y que corresponde con el modelo de la globalización en la que participan la mayoría de los países en diferentes formas, a través de tratados, acuerdos y negociaciones diversas en diferentes rubros.
La propuesta de globalización, que surgió con acuerdos entre países vecinos de Europa, después de la Segunda Guerra Mundial con el Tratado de Roma, era la de crear una zona de cooperación comercial entre naciones vecinas, donde principalmente se eliminaran los aranceles y se creara un bloque de libre comercio. Ese bloque más adelante fue integrando a más países, al mismo tiempo que fueron incorporando estructuras políticas, legales y de seguridad entre los miembros.
Este patrón fue adoptado más adelante en otras zonas geopolíticas tales como Norteamérica y Asia. Es decir, así como en el resto del mundo se impuso el modelo de Estado-nación desde Europa, fue desde Europa donde se fue creando el concepto de zonas de cooperación comercial, rompiendo con algunas barreras para la integración. Así es que, copiando el modelo, se fueron creando nuevos bloques económicos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte o NAFTA, del cual México es socio desde 1994.
Sin embargo, hoy en día el concepto de la globalización empieza a tener detractores con voz estridente, los cuales han surgido a partir de los discursos separatistas de los últimos tiempos. Las declaraciones de Donald Trump, por un lado, que han abierto la posibilidad de que los sentimientos racistas tengan permiso de expresarse, con el pretexto de que no le interesa ser “políticamente correcto”, han contribuido a la articulación de mensajes xenófobos. Y por el otro lado, el Partido de la Independencia del Reino Unido ha retomado el discurso del racismo contra los inmigrantes para promover su salida de la Unión Europea, conocida como Brexit, propuesta que recientemente ganó por un escaso margen, pero que abrió la puerta a las divisiones sociales, a su vez que a tomar conciencia de las implicaciones de esos discursos.
Durante las campañas electorales de Estados Unidos de este año, dos de los precandidatos incluían en sus mensajes el tema de que el Tratado de Libre Comercio era desfavorable a su economía y que había un desbalance comercial con México. Lo interesante es que surgían desde los dos extremos de la ideología, por un lado, Donald Trump con un discurso aislacionista y racista contra México y por el otro, Bernie Sanders, con un mensaje populista, abogando por los trabajadores estadounidenses, para que no pierdan sus trabajos por efectos del Tratado. 
En este marco, a 22 años de la entrada en vigor de este tratado comercial de Norteamérica, los discursos y las reuniones simbólicas, donde se pueda ver la fuerza de un bloque económico como NAFTA, compiten con los discursos nacionalistas que llaman a la separación. Las reuniones entre el primer ministro Justin Trudeau, el presidente Barack Obama y el presidente Peña Nieto el pasado 29 de junio funcionaron como mensajes de la globalización que, hoy más que nunca y debido a las nuevas tecnologías, tiene una mayor vigencia en el mundo.
La misión de la reunión se enfocó en reforzar y establecer nuevos retos de cooperación, por lo que, en la agenda de trabajo se incluyeron temas como la energía renovable, la competitividad económica regional, la seguridad y la integración de un mayor mercado. Además, entre otros temas, se trató el resultado del Brexit, la paz entre el gobierno de Colombia y las FARC, así como la cooperación en Centroamérica para reducir la inseguridad y la violencia. No podemos objetar que todos estos temas son globales, por lo que los simbolismos manejados en la reunión debieron servir como material de respuesta a los discursos nacionalistas que han despertado el racismo en diferentes países.
Asimismo, al ser recibido el presidente de México en Canadá en el protocolo de visita de Estado y que además, se haya eliminado el requerimiento de las visas a mexicanos, la reunión simbolizó un mayor acercamiento entre los dos países y sirve como mensaje de que, en el caso de que Trump llegara al poder, cualquier negociación que Estados Unidos quisiera tener con su vecino del norte, tendría que pasar por la estructura de NAFTA, de la cual México es miembro igualitario y contaría con el apoyo de Canadá. Sin embargo, hay que hacer notar que revocar un tratado de esta magnitud requiere pasar por aprobaciones dentro del Congreso de Estados Unidos, lo que tomaría mucho esfuerzo y numerosas negociaciones para que llegara a pasar.
El encuentro sirvió como un rechazo a la construcción de barreras entre países, que es el discurso proteccionista del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos y, por el contrario, pretende el establecimiento de puentes de cooperación regional que corresponden con un mensaje globalizador incluyente, en el cual todos estamos inmersos y que es lo que articula la contendiente demócrata Hillary Clinton.
La globalización es un fenómeno del que no nos podemos deslindar, el problema reside en que el discurso de algunos líderes y personajes de la política pretenden que este fenómeno solamente llegue a algunos que son parecidos racialmente entre sí, que tienen proyectos de nación similares o que se defienden culturalmente, descalificando a los demás con prejuicios y estereotipos, reduciendo el discurso a formas muy primitivas, que no hacen más que generar intolerancia, un mayor resentimiento y violencia. 
Si la globalización no es una forma perfecta de integración, si la formación de bloques no es la mejor de las propuestas, si la participación regional algunas veces beneficia a unos más que a otros, con la exclusión y el rechazo del otro del modelo global no se hará más que provocar hostilidad entre los pueblos. Bien por las reuniones entre países de la región y por los resultados que obtengan de ellas, pero principalmente, bien por los símbolos y significados que representan para el mundo global y que sirvan para combatir los discursos demagógicos, patrioteros, nacionalistas, excluyentes y racistas.

Académica de la Universidad Iberoamericana, especialista en política y medios de Estados Unidos.

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