Muchos retos tendremos que enfrentar con Trump y con los cambios en el panorama internacional. Noticias nos llegan sobre el TPP y la posibilidad de que, ante la ausencia de Estados Unidos, China encabece una coalición global pro-libre comercio. También es cierto que genera nerviosismo ver a un Estado Mexicano actuando con lentitud, ingenuidad y hasta con miedo.

Pero hay que tener claro algo: Trump no es la única causa de nuestros problemas económicos. Antes de él ya estaba el crecimiento acelerado del déficit, el aumento de la deuda y la baja efectividad del gasto público. Antes de Trump ya estaban la corrupción y la falta de Estado de derecho como lastres a nuestro crecimiento.

Trump sólo vino a hacer más evidente y más urgente que México necesita un gobierno firme, con capacidad de acción y liderazgo ético que permita poner la casa en orden. Y poner la casa en orden tiene que ver con los esfuerzos contra la corrupción y la impunidad.

Pero por lo visto, no todos piensan así. Prueba de ello es que el Senado de la República aprobó el nombramiento de Raúl Cervantes como Procurador General de la República. La sesión no ameritó discusión alguna sobre la idoneidad del elegido, pero sí nueve minutos de aplausos por parte de senadores de todos los partidos: una verdadera celebración entre amigos.

En nuestra cara se aprobaba este nombramiento con la intención clara de que Cervantes se convierta en el primer Fiscal General de la Nación, un encargo de nueve años. Eso significa que un político muy cercano al actual grupo en el poder sería el encargado de la procuración de justicia lo que resta de este gobierno, todo el próximo sexenio y los inicios del siguiente. De ese tamaño serían las consecuencias. Esto realmente puede convertirse en una vergüenza y en un error muy difícil de enmendar en el futuro.

Es lamentable la falta de sentido representativo y democrático por parte de senadoras y senadores de todos los partidos. También es terrible la ausencia de debate, la nula reflexión sobre las consecuencias de largo plazo para el buen funcionamiento del Sistema Nacional Anticorrupción y para el país.

Todavía estamos a tiempo de corregir. Algunos senadores y el PAN han dicho que el nombramiento de Cervantes sólo fue por 18 meses como Procurador. Sin embargo, la posibilidad de que se convierta en Fiscal General sigue viva. De lo que hay que cuidarse es que la ley reglamentaria sea aprobada en el Senado, porque tiene varios problemas de fondo. Es una ley que copia la fallida arquitectura organizativa de la PGR. Además, carece de funcionalidad y no reconoce la autonomía y la libertad de los servicios periciales, ni de las fiscalías electoral y anticorrupción. Esta iniciativa sólo requiere mayoría simple para su aprobación. Lo mismo podría pasar con una especie de declaratoria de autonomía que podrá dar el Congreso de la Unión y que requiere también sólo mayoría simple.

Ante el vacío democrático de esta decisión por parte de los partidos políticos, acompaño a quienes han denunciado el riesgo de que el nuevo Procurador se convierta en el Fiscal General sin una elemental discusión. Comparto también el rechazo a que una ley tan importante sea aprobada para defender intereses distintos al fortalecimiento del Estado de derecho. Y estoy completamente de acuerdo en que México necesita una Fiscalía autónoma y eficaz para combatir la impunidad.

Lo he dicho y lo reitero: el muro que más nos debe preocupar e indignar es el muro de la corrupción y de la impunidad.

Abogada

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