Más rechazo que aceptación, el sesenta por ciento, es lo que ha generado la resolución de la Suprema Corte de Justicia referente a la despenalización del uso de la marihuana para fines lúdicos para cuatro personas que se ampararon de su prohibición legal, la cual se dice que ha abierto la discusión nacional sobre su despenalización.

Con esta resolución cinco artículos de la Ley General de Salud que prohíben el uso y cultivo con fines recreativos de la marihuana se declaran inconstitucionales, aunque se mantiene la prohibición de su comercio.

Ante esta medida el presidente Enrique Peña Nieto inmediatamente expresó a través de su cuenta de Twitter, que esta  decisión abrirá un debate sobre la mejor regulación para inhibir el consumo de drogas, como tema de salud pública, pero como toda discusión pública el gobierno tiene ella responsabilidad de generar la información necesaria para ello y pueda darse una discusión informada.

En la lógica de que despenalizándola dejará de ser negocio para el crimen organizado, muchas opiniones a favor se sostienen con el argumento de la libertad o derecho de los individuos mayores de edad a que decidan sin interferencia alguna, ni del estado, qué tipo de actividades recreativas o lúdicas desean realizar, que en el centro de este argumento está una cuestión derechos humanos, en el sentido de que a nadie le puede ser restringida la autonomía a recrearse como quiera, sin embargo el hecho es que la libertad o derechos de los individuos pueden llegar a convertirse en un problema para la sociedad, y para eso existe el estado.

El argumento de la libertad o derecho de las personas parte un contexto de igualdad  u homogeneidad social, en el que el promedio de los individuos entenderían de igual forma la producción y autoconsumo lúdico de la marihuana, es decir, sin que su práctica individual o privada genere problemas a terceros o a la sociedad, los promotores de esta opinión parten de la idea de que la sociedad mexicana es mas o menos homogénea o como su propio entorno.

Este argumento a favor se olvida de que México es un país con una sociedad heterogénea, el México intelectual, el que ve el gobierno, el que ven los partidos, el que se ve desde los núcleos altamente urbanizados, y el México real con altos índices de desigualdad, marginación y pobreza, en el que el consumo real y generalizado no es recreativo sino evasivo, auto lesivo, como vicio y no como hábito, entre grupos sociales normalmente de jóvenes que viven en la cercanía del delito; en este contexto del México real el argumento de la libertad y el derecho a fumarla no haría más que profundizar los problemas sociales y de salud pública, entre los que destacan la desintegración familiar, la delincuencia organizada, la violencia y la inseguridad pública; el consumo de la marihuana ha estado más ligado a una contracultura de la ilegalidad, del vicio, del delito y comportamientos antisociales, que recreativos y lúdicos.

La discusión no debe centrarse en las libertades y derechos individuales propios del glamour lúdico, sino en la tragedia de los problemas sociales reales a los que está asociado su consumo, es decir, la sociedad mexicana aun no esta preparada económica, social y culturalmente para ejercer esa libertad, que es aspiracionalmente lo ideal, ante lo que el estado tiene la obligación de salvaguardar lo social.

Es necesario el debate, la discusión, la deliberación, pero para ello se requiere información, no sólo aceptar que ha llegado el momento de discutir el tema como se ha hecho desde el gobierno, se necesita un diagnóstico y propuestas claras por parte de gobierno para iniciar el debate, no las  hay; el debate sobre la despenalización del consumo de la marihuana no puede circunscribirse al derecho de fumarla y recrearse con ella, tiene que ver con problemas reales de salud pública, delincuencia organizada y drogadicción, entre otros.

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