El deporte es una actividad lúdica que se practica de manera espontánea y conlleva principios y valores que le permiten cumplir, entre otras, funciones que ayudan a la reinserción social, tanto en centros correccionales para menores, como en cárceles para adultos.

Las prisiones están destinadas a lograr objetivos. Se supone que son instituciones de contención y prevención de delitos, pero las condiciones de vida de la gran mayoría no son las mejores para alcanzar esos fines. Muchas están sobrepobladas y, lejos de rehabilitar a los internos, suelen provocar distorsión en sus hábitos de conducta y valores. Entre las secuelas que provoca el encierro y la inactividad están la exacerbación de los instintos agresivos, el deterioro de la autoestima y la pérdida de identidad. A esto hay que agregar la estigmatización social, la marginación y el abandono.

Por naturaleza el ser humano necesita hacer ejercicio. De ahí que el deporte, en la medida que se inserta en la cultura y el orden de valores de la sociedad, proporciona a los reclusos, alivio físico y espiritual. Según el sociólogo Kurt Weis, “Las esperanzas puestas en el deporte como medio de educación y readaptación social se manifiestan en el ámbito de la corrección de menores. En este campo los ejercicios corporales cumplen las siguientes funciones: a) Mantenimiento o mejora de la capacidad de rendimiento físico en los internados. b) Formación del carácter, en el sentido de una formación positiva de la personalidad. c) Educación social, en el sentido del fomento del espíritu comunitario y un fortalecimiento de la voluntad para la integración del joven a un conjunto mayor. d) Compensación de las tensiones psíquicas. e) Compensación de las energías agresivas y excedentes”.

Otra de las ventajas de llevar el deporte a los reclusorios es que fomenta la disciplina, confiere valores, canaliza la violencia y combate el aburrimiento. Todo ello redunda en beneficio de la institución reformadora, puesto que contribuye a una mejor organización, a la convivencia entre los internos. Desde la nostalgia, el poeta chileno Omar Lara dice: “Por entre las rejas de las cárceles/ se ve el verde magnífico./ El campo está cubierto de margaritas/ y en las tardes el río es una maravilla”. Y desde la prevención, la escritora española Concepción Arenal asevera: “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles”.

rjavier_vargas@terra.com.mx

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