Desde diciembre de 2018, con la entrada de la administración federal y del gobierno capitalino, el (Donceles 99, Centro Histórico) se encuentra en un círculo vicioso administrativo que no le permite operar al 100%. La crisis empezó con el terremoto de septiembre de 2017.

Los daños son grietas en la fachada, debajo del edificio y en cinco de las siete salas que operaban antes de 2017, así como la clausura, por orden de Protección Civil, del segundo piso, donde se encontraban la Asociación Masónica del Valle de México y el Colegio de Arquitectos e Ingenieros, área apuntalada a mediados de 2018 con piezas metálicas en el patio central.

A través de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) se le autorizó un presupuesto de 40 millones de pesos a INCOPE, la constructora que ganó la licitación para reparar el museo de 2016 a 2018.

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El inmueble data de 1612 y su lado frontal se ubica sobre los restos de lo que fuera el calmécac, la escuela de los nobles aztecas; en la otra mitad, la que da al patio trasero, el terreno es frágil, lacustre, lo cual ha provocado desde 1994 un “hundimiento diferencial” que resquebraja el centro del edificio.

En un principio, INCOPE se encargaría de demoler la parte trasera para atenuar la falla, pero el sismo cambió los planes. De los 40 millones de pesos presupuestados para reconstruir el museo, dinero que se le entregó a la empresa conforme avanzaba, se gastaron 12 millones hasta el 1 de diciembre de 2018.

“Desde esa fecha y hasta el presente, el nuevo gobierno tenía que seguir el mantenimiento, pero no lo llevó a cabo. En este tiempo no ha venido ninguna autoridad de la CDMX a darle seguimiento”, aseguró en entrevista Juan Terrazas, director del Museo de la Caricatura y presidente de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, A.C, a la que pertenece el acervo del recinto cultural.

Entre la burocracia y los daños posteriores al sismo, y como se trata de uno de los cerca de 40 museos privados y de fondeo mixto que hay en la Ciudad de México, se cerraron las principales fuentes que permitieron la gestión independiente de recursos. Antes del terremoto, el acceso a las siete áreas tenía un costo simbólico de 20 pesos, pero, tras las afectaciones, Terrazas consideró que sería injusto cobrar para ver sólo dos salas con una exposición temporal o un espacio que lleva casi cinco años semiclausurado.

Si el promedio de visitantes en un día común era de 100 a 150 —recurso que permitía sostener los gastos de mantenimiento del museo—, hoy, ya con una entrada gratuita, son alrededor de 50 personas diarias y 150 en una tarde con mucha afluencia.

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En las buenas épocas, el recinto podía costear, por ejemplo, un museógrafo y trabajadores de limpieza y mantenimiento. Para el presente, únicamente Terrazas y un equipo de seis caricaturistas —entre los que se cuentan Román Rivas, Luis Enrique Flores, Merlin y Alfonso Orvañanos, quienes publican en varios medios nacionales— sostienen económicamente al museo; el director lo hace desde la tienda de memorabilia; los seis artistas, vendiendo cuadros, separadores o haciendo dibujos en vivo de los visitantes y donando una quinta parte de la ganancia.

Terrazas no sólo es el director, sino el contador, el encargado del aseo, “el que saca la basura” y, en más de una ocasión, ha puesto dinero de su propio bolsillo para reparar el baño o el hundimiento de adoquines. “Con 40 mil pesos mensuales, un presupuesto paupérrimo si consideramos que El Estanquillo ha recibido hasta un millón de pesos al mes, podríamos sostener al museo y exponer en forma. Me parece que somos el museo más pobre de la Ciudad de México, necesitamos que alguna compañía o empresa nos ayude a restaurarlo”.

“El edificio fue cedido por el gobierno federal al local, que lo está administrando, en custodia, por decirlo de alguna forma, y siempre bajo la supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El gobierno de la ciudad no puede intervenir ni adecuar nada sin la aprobación del Instituto. Nosotros, la Sociedad Mexicana de Caricaturistas, tenemos el inmueble en comodato, con un permiso administrativo temporal emitido por la Dirección General de Patrimonio Inmobiliario”, precisó Terrazas.

Los problemas que hacen del Museo de la Caricatura el más pobre de la Ciudad de México
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Al respecto, el presidente de la AMAM, Sergio Rivera, dijo que se ha tratado, por diversos medios, una aproximación al gobierno de la Ciudad de México para que haya apoyos fiscales, en promoción y publicidad de los recintos. “Desgraciadamente estas negociaciones no han tenido el éxito que nosotros hubiéramos deseado. Nunca se nos ha cerrado la puerta a la interlocución, nos han escuchado atentamente, pero no ha habido respuestas concretas”.

Terrazas complementó que, también a través de la AMAM, se buscó una condonación del pago de servicios durante la pandemia, pero en este caso la respuesta fue negativa.

INCOPE también mandó un documento, que detalla la situación del Museo, al Fideicomiso del Centro Histórico, pero tampoco hubo respuesta. Ahora, ya no mandan oficios porque se cansaron de no ser atendidos. En abril, un trabajador de Seduvi tomó fotos y comentó que iba a proponer la reconstrucción. Hasta la fecha no hay noticias.

Sin embargo, también reconoció que si las autoridades quisieran “ser rudas”, les quitarían el comodato o les cobrarían impuestos; no los presionan, pero tampoco los ayudan. “Agradezco la oportunidad que nos da el gobierno”, dijo.

Los problemas que hacen del Museo de la Caricatura el más pobre de la Ciudad de México
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