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Bola negra es un libro, raro, extraño y celebratorio. Una novela gráfica única que no sólo reúne a dos creadores singulares: Mario Bellatin y Liniers, sino que además da lugar a una historia peculiar, la de un entomólogo japonés que mantiene una inquietante relación con la comida (su prima murió de anorexia y su primo se convirtió en un destacado luchador de sumo), y que decide dejar de comer después de un extraño sueño que tiene una noche.

A partir de entonces, el entomólogo, que tiene mucho del escritor peruano mexicano Mario Bellatin, empieza a recordar sucesos inexplicables que se dieron la primera vez que viajó a África y descubrió una nueva especie de insecto. Esos insectos y esos faros que han seducido siempre al dibujante, ilustrador, pintor y muralista argentino Liniers. Toda esa rara creación conjunta dio lugar a Bola negra.

“Yo tenía ese texto pero Liniers tenía en ese lugar todo el escenario donde nos estábamos encontrando, lleno de pingüinos, faros, mar; es el universo de Liniers desde hace muchos años. El texto había salido en francés en una revista de comida y quise hacer un texto sobre anti comida, entonces fue como celebrar este encuentro tan fuera de lugar”, dice Bellatin.

Resulta que el escritor fue invitado al pueblo del fin del mundo y estando allí, en el faro, conoció a un argentino que resultó ser Liniers. Sabían de la obra de cada uno, pero no se conocían. el mundo un libro de novela gráfica así, donde haya este grado de interacción en vivo. Yo no me metí nunca en el trabajo en sí, Liniers sólo me enseñaba los avances, y no metía absolutamente nada; al mismo tiempo iba construyendo un texto que era una especie de respuesta a lo que él me iba planteando y me permitía a mí ir construyendo un nuevo libro porque esa primera carta es en realidad una introducción de un libro mío que voy a continuar”, afirma Bellatin.

Los insectos y los faros que siempre acompañan a Liniers están en esta novela gráfica publicada por sexto Piso. Pero son también parte de los intereses de Bellatin, por eso asegura que este libro es en realidad una celebración a lo raro.

“El interés común es llegar a más. Tocar el vacío, arriesgarnos a encontrar algo que no se hizo antes, tratar de dejar una marca, una huella personal. En un momento le dije que podía quedarse en lo gráfico y Liniers dijo: ‘No, tenemos que lograr un libro que dé un paso más’. Son pasos arriesgados, ese riesgo nos interesa. Yo también quiero buscar cosas que no sé si existan. Es un riesgo constante”.

El escritor asegura que a pesar de que todo parece caótico no es así, hay una estructura muy rigurosa pero desde jugar con la libertad absoluta y la rigidez más concreta. Por lo que no es solo una ocurrencia.

“No nos pusimos de acuerdo de la manera tradicional, no es que el leyó un texto mío y me llamó, ni yo vi sus creaciones y lo busqué, no hubo un editor que nos puso en contacto que es como suelen suceder estos trabajos, fue la vida que nos puso en un lugar rarísimo, irrepetible, entonces creo que es como una suerte de celebración a este azar extremo”, señala el autor de Salón de belleza.

Bola negra no es un final para Mario Bellatin, es la continuidad del único libro que ha escritor durante toda su vida creativa. “Aquí no se acaba. Siempre es la idea de que algo que funciona que no se quede allí, funciona como pretexto para que exista en otra instancia. Esa introducción que está en ese libro se va a leer de otra manera en otro libro”, dice.

“En este libro con Lieners es dejar claro que lo que he hecho es sólo un libro, y que lo que es importante es decir que es una escritura que está conformada por una serie de historias que se van entrecruzando, que vuelven a aparecer. Esta primera parte va a ser un pedazo reconstruido para crear este libro mayor, como libro de todos los libros”, concluye el escritor Mario Bellatin.

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