Hace muchos años, en la década de los 70, mi padre tuvo un automóvil que no dejaba de presumir. Se trataba de un Valiant Super Bee, un “muscle car”, ocho cilindros y muy potente. Lo mantuvo por muchos años, pero como otros vehículos de su generación, si quería seguir conservando la misma aceleración y consumo de combustible, no tenía otra alternativa más que llevarlo al taller, donde reemplazaban piezas y realizaban muchos ajustes al motor. Una solución efectiva, pero costosa.

Avancemos rápidamente hasta el presente. Un buen amigo recibe una notificación en su coche eléctrico de última generación. La notificación indica que hay una nueva actualización de software disponible que promete optimizar el consumo de energía, mejorar la aceleración y añadir nuevas funciones de asistencia al conductor. Con un simple toque en una pantalla, mi amigo autoriza la actualización que se realiza de forma inalámbrica. Momentos después, su coche se siente diferente, con mejoras notables en el rendimiento y nuevas características que mejoran su experiencia de conducir, todo sin tener que visitar un taller.

Esta historia de dos coches ilustra el paradigma cambiante en la industria automotriz. Mi padre, con su vehículo tradicional, dependía de soluciones físicas y de la intervención manual para mantener su coche actualizado y en funcionamiento óptimo. Por otro lado, mi amigo disfruta ahora de la flexibilidad y comodidad de las actualizaciones de software que continúan mejorando su vehículo mucho después de haberlo comprado, reflejando la evolución hacia una experiencia de propiedad más dinámica y personalizada gracias a la tecnología del Vehículo Definido por Software (SDV, por sus siglas en inglés).

A diferencia de los vehículos tradicionales, donde el hardware es el protagonista, los SDVs se apoyan en el software para una adaptabilidad y actualización constantes. Esto significa que, desde la seguridad hasta el entretenimiento y la gestión de la energía, cada aspecto puede ser mejorado o personalizado mediante actualizaciones de software. Algunos fabricantes, incluyendo a Tesla o Lucid Motors, han empezado a trabajar ya con este tipo de arquitectura de diseño y parece que muchos fabricantes más empiezan a sumarse. Sin embargo, y como apuntan varios expertos, aún nos encontramos en una etapa inicial.

Los SDVs permiten una personalización sin precedentes y la capacidad de mejorar el vehículo después de la compra, tanto desde el punto de vista de funcionamiento y eficiencia, como de la experiencia de usuario. Sin embargo, desarrollar SDVs presenta grandes desafíos y la rotura de muchos paradigmas.

La industria automotriz tradicionalmente ha confiado en sus proveedores principales, quienes codifican el software de los componentes o módulos que suministran. Los fabricantes de automóviles nunca han sido buenos tirando líneas de código.

Los SDVs requieren, no obstante, de otro enfoque. En una entrevista reciente, un directivo de Lucid Motors afirmaba que los SDV necesitaban de prácticas de desarrollo muy similares a las computadoras o teléfonos celulares inteligentes, que funcionan de manera muy centralizada. Además de ello, los fabricantes tendrían que revisar todos y cada uno de los módulos de un automóvil, conectarlos y hacerlos funcionar de manera íntegra.

Por supuesto, dada su naturaleza, el vehículo eléctrico parece estar mejor posicionado para beneficiarse de este enfoque, pero también podría funcionar para autos con tren motriz tradicional.

Mirando hacia el futuro, los SDVs parecen estar preparados para desempeñar un papel fundamental en la evolución de la movilidad urbana y la sostenibilidad. A medida que la tecnología madure, podemos esperar vehículos más inteligentes y conectados. Deberemos estar atentos a las distintas decisiones que vaya tomando la industria en esta dirección.

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