En su primera aparición pública desde que llegó a Argentina , desembarcó el viernes en la con dos participaciones en la sala José Hernández, una a continuación de la otra: primero presentó el concurso iberoamericano de relato breve que organizará la Cátedra Vargas Llosa con la Fundación El Libro y, luego, habló sobre la literatura hispana en una mesa coordinada por Jorge Fernández Díaz. “Cuanto menos se metan los gobiernos con los escritores, mucho mejor”, declaró el peruano en la primera charla, donde recorrió la tradición del cuento en la narrativa en español y citó, en más de una oportunidad, a Jorge Luis Borges .

Acompañado por el escritor español Javier Cercas, Ariel Granica (presidente de la FEL) y Alejandro Vaccaro (secretario de la FEL y presidente de la SADE), el autor de "La fiesta del chivo" definió el rol de la Cátedra Vargas Llosa como un “instrumento de unión entre los escritores” y un puente para “facilitarles la vida a los jóvenes que tienen esa vocación”. En ese sentido, el concurso bianual en conjunto con la FEL es una herramienta de “estímulo”. La convocatoria premiará libros de cuentos publicados en los últimos dos años y el ganador se anunciará en la próxima edición de la FIL Buenos Aires .

“Estoy convencido de que la literatura establece puentes, es una búsqueda constante de la perfección que no encontramos en la vida y es, también, un signo de que hay libertad en la sociedad”, dijo el peruano. “La literatura nos convence permanentemente de que la realidad no está bien hecha”.

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Vargas Llosa reveló que recién se sintió un escritor latinoamericano cuando llegó a París, a los 17 o 18 años, y descubrió el gran interés en Europa por la cultura en general y la literatura en particular que se hacía en el continente americano. Cercas, a su turno, coincidió: también se reconoció como autor español cuando se instaló unos años en Estados Unidos. “Ahí empecé a hacer lo que hacemos los españoles: comer a las tres de la tarde, dormir la siesta, hablar a los gritos”, bromeó.

Ambos estuvieron de acuerdo en la mayoría de las apreciaciones, salvo en la cuestión de la intervención de los gobiernos en la promoción de la lengua de cada país. Cercas, que cree que es necesario que los estados hispanos apoyen y estimulen la expansión del español, puso como ejemplo la labor que hace Francia con programas de subsidios y otras políticas públicas para la cultura. En este punto, Vargas Llosa alertó: “No creo que sea bueno que los gobiernos se metan con los escritores. No son conscientes de la riqueza del idioma, pero si lo fueran probablemente lo estropearían”.

Sobre el final, cuando Cercas le preguntó por qué no había vuelto a escribir cuentos como los que reunió en Los jefes, su primer libro, Vargas Llosa respondió: “He sido siempre un escritor realista. Y eso no significa que uno deba someterse a la realidad. En el relato es posible que surja algo más cercano a lo fantástico. Pero lo cierto es que la realidad es lo que me impulsa a escribir. Me gusta la literatura que insinúa otra realidad, pero a través del realismo”. Un gran ejemplo de esta afirmación es su novela Conversación en La Catedral, donde estructura una historia de la Lima real a través de largos diálogos entre los protagonistas.

Ahí fue cuando Borges, omnipresente, volvió a ganar protagonismo en el diálogo. “Es curioso que haya escrito tantos cuentos y ni una sola novela y que todos tengan algún elemento fantástico”, dijo el Nobel.

Pasadas las 20.30, en la misma sala, Vargas Llosa habló sobre literatura hispanoamericana en la mesa “La nueva novela iberoamericana. El caso Morir lo necesario, de Alejandro Roemmers” junto con el poeta español Luis Alberto de Cuenca, María Rosa Lojo y el propio Roemmers, moderados por Jorge Fernández Díaz. El columnista de LA NACION recorrió los principales hitos de la narrativa contemporánea: entre ellos, el boom del género policial, que definió como “el gran género sociológico del presente”. En ese terreno ubicó al thriller de Roemmers.

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Morir lo necesario abrió el debate entre los escritores respecto al lugar de “la nueva novela latinoamericana”. Vargas Llosa opinó: “Creo que la narrativa en general y la novela en especial vive un momento muy positivo en América Latina, en donde la presencia de la mujer -en la literatura- es muy importante en esta última época. Han surgido muchas escritoras especialmente en la Argentina, algunas que renuevan la literatura del género fantástico, que sitúan las historias en lugares distintos y que tienen que ver con los oficios”, señaló.

Sobre la obra de Roemmers, el Nobel dijo: “La conclusión es que cuando uno tiene una vocación, la saca adelante contra todos los obstáculos. El caso de Alejandro es muy interesante porque probablemente ustedes no conozcan un empresario que sea al mismo tiempo un poeta y un novelista: es un caso excepcional”.

El domingo, el Nobel regresará a la sala Hernández de la Feria para conversar con Fernández Díaz sobre su reciente libro, La mirada quieta (de Pérez Galdós). A los 86 años y después de haber estado internado por Covid en Madrid hace apenas dos semanas, Vargas Llosa tiene una agenda cargada de actividades en los próximos días en Buenos Aires, Rosario y Montevideo, donde se reunirá con el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou.

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melc

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