Frente a un escenario pandémico, la antropóloga física Lilia Escorcia Hernández considera que si bien, las despididas a familiares se han adaptado a las restricciones por , cuando la enfermedad se convierta en endémica y no implique un riesgo en la población, los volverán a ser lo que eran antes de la emergencia sanitaria.

Escorcia Hernández, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la , expresó que, como bien se ha dicho, cuando los casos por Covid-19 desciendan de forma definitiva, las medidas de higiene se habrán convertido en parte de nuestras costumbres, como el lavado de manos constante, desinfección de alimentos, o uso de cubrebocas frente a alguna infección. Sin embargo, los ritos mortuorios adoptarán las formas en que se llevaban a cabo hace dos años.

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“Volveremos a unirnos para acompañar a una persona fallecida”, vaticinó la investigadora del Laboratorio de Antropología Forense , ya que como ocurre desde diciembre del 2019, frente a las muertes por coronavirus, los protocolos sanitarios para la preparación del cuerpo fueron modificados para evitar contagios.

La emergencia sanitaria ha producido una impronta para la creencia de muchas familias, pues -en esta circustancia. los cuerpos tienes que ser incinerados por obligatoriedad, ya que muchas comunidades tienen la creencia que deber ser enterrados en cuerpo físico. En este respecto la doctora indicó que se trata de una "trastocación del rito".

"En el caso de aquellos que se inhuman, el ataúd debe ser sellado en el hospital, los familiares no pueden acercarse y, en ocasiones, se les coloca papel film para que nadie pueda ver el cadáver, porque se debe inhumar de inmediato y esto impide que se lleve a cabo la velación y el duelo se acorta", explicó.

Estos rituales, además, tienen una tradición milenaria ya que desde la época prehispánica , nuestros antepasados solían realizan acciones simbólicas para acompañar a los seres queridos en el proceso de transición entre la vida y la muerte. De acuerdo con la doctora de la UNAM, una de ellas era colocar vasijas y moldes para comer dentro de las tumbas, pues de esta forma, la familia y seres cercanos proveían a quien partió de lo necesario para alimentarse en su nueva estadía.

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La investigadora del Laboratorio de Antropología Forense señaló que, aunado a esto, las costumbres fueron sincretizadas con la llegada de los españoles. En esa época se adoptó la costumbre de colocar la cabecera de la tumba mirando hacia la Iglesia, "lo que significa que en el día final, los muertos se levantarán para mirar a Cristo; en otros, está hacia el Oriente, por donde se cree que resurgen", explicó en un comunicado de la UNAM.

Sin embargo, la especialista aseveró que hay otras tradiciones que ni la propia pandemia ha impedido, como lo es la llamada novena, que tiene lugar los nueve días consecuentes al entierro de la persona fallecida. Durante esta época, se ha sugerido que este ritual religioso no sea tan recurrido y asistan la cantidad mínima de allegados.

melc

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