Empresarios mexicanos de la industria petrolera están seriamente preocupados porque les llegó la versión que uno de los puntos neurálgicos de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tiene que ver con la pretensión de Estados Unidos de permitir que sus transnacionales petroleras no queden obligadas a adquirir insumos y contratar mano de obra mexicana.

De acuerdo con el texto vigente del TLCAN en los capítulos tercer (sobre trato nacional y acceso a bienes de mercado) y sexto (sobre energía y petroquímica básica), las petroleras estadounidenses que operen en México están obligadas a adquirir aquí al menos 30 por ciento de los insumos o servicios requeridos, así como un porcentaje similar en mano de obra.

Con la reforma energética de 2013, los contratos en la materia inician con un contenido nacional de 13 por ciento en las áreas donde la industria petrolera ya ha operado (como aguas someras y campos en tierra) con el compromiso de llegar a 35 por ciento en los siguientes años; pero en aguas profundas y ultra profundas el requisito es negociable, incluso por debajo de 13 por ciento, por la falta de experiencia en esas aguas.

Según la versión de los empresarios petroleros mexicanos consultados, México ha sugerido la posibilidad de aceptar en la renegociación del TLCAN bajar de 30 a 25 por ciento el contenido nacional, pero la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos (AMEXHI) que agrupa a las petroleras extranjeras en México, ahora presidida por Alberto de la Fuente, de Shell, ha ejercido una fuerte presión en Washington para que ese porcentaje se reduzca a cero.

Eso provocaría una grave crisis en las empresas petroleras mexicanas, advierten las consultadas por esta columna, quienes aseguran que han pedido información a los negociadores del TLCAN y denuncian que sistemáticamente han hecho caso omiso a su justificada inquietud, por lo que ya han solicitado una reunión con el virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador para hacer de su conocimiento tal preocupación.

En EU hay dos posiciones confrontadas respecto al TLCAN y el sector energético.

De un lado está el de los poderosos petroleros texanos. La Asociación de Petróleo y Gas de Texas ha exigido mantener en sus términos el capitulado del TLCAN en la materia. Sus argumentos son dos: seguir exportando petrolíferos a México y mantener los miles de empleos de esa industria. Hay una razón de fondo que nos explicó Fabio Barbosa, especialista en petróleo de la Facultad de Ingeniería de la UNAM: su sobreproducción. Obtenida mediante la técnica del fracking para explotar las lutitas, no pueden perder mercados para colocar su producto y, es más, están quemando el gas que producen y no colocan.

Del otro lado están los intereses de expansión de las grandes petroleras, con quienes el presidente de EU, Donald Trump, tiene fuertes vínculos. Baste saber que su secretario de Comercio, Wilbur Ross, como banquero promovió grandes inversiones en la industria petrolero; y su anterior secretario de Estado, Rex Tillerson, fue por un año director ejecutivo de Exxon Mobil Corporation, la cuarta más poderosa de la industria en el mundo, según nos explica el maestro Ignacio Martínez Cortés, del Laboratorio de Análisis de Comercio, Economía y Negocios de la UNAM.

Exxon, con Tillerson, sostenía una fuerte rivalidad con PetroChina Company (CNPC), la mayor del gigante asiático, relacionada con otras del mismo país como China Railway Construction Corp. A esta última fue a la que el gobierno de EPN le retiró la concesión para construir el tren rápido México-Querétaro en 2014. Dicen los que saben que tal decisión se tomó a partir de las presiones estadounidenses. Y también dicen los que saben que para resarcir el daño que esa decisión provocó en la relación con China, fue que a CNPC se le entregó, junto a la francesa Total, el paquete 13 de la Ronda 1, considerado el más apetitoso.

Por lo visto con Trump ha agudizado la rivalidad comercial con China y, en cuanto a México, busca en la renegociación del TLCAN, más que profundizar en el libre intercambio de mercancías, reducir a cero el déficit comercial que tiene con nuestro país.

La carta que le envió a AMLO, cuyo contenido se dio a conocer el martes pasado, le expresa la voluntad de concretar la renegociación comercial, pero le dice que rapidito. ¡Cuidado! No vaya a ser que las prisas dejen pasar asuntos tan preocupantes como el denunciado por los empresarios de la industria petrolera mexicana.

INSTANTÁNEAS: 1. PARO. No hubo huelga en el NAICM. Se conjuró la emplazada por el SITRAM. Pero el miércoles sí hubo paro de los camioneros del sindicato La Unión que acarrea materiales para la obra. Bloquearon los caminos durante varias horas. Mientras, el director de Obras, Raúl González Apaolza, rindió un informe a la secretaria de la Función Pública, Arely Gómez, y a representantes de la OCDE. Y de paso el contralor del Grupo Aeroportuario de la CDMX, Óscar Vilchis, renunció. Dicen que para irse a trabajar al gobierno del Edomex. 2. CONTROVERSIA. Se asegura que la Corte, al regresar la semana entrante de su período de receso, resolverá la demanda de inconstitucionalidad de la Ley de Seguridad Interior, y que el proyecto viene a favor de considerarla constitucional.

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