Sería complicado explicar la hora y el lugar donde se inventó el punk rock. Sin embargo, nadie duda que los verdaderos padres del zumbido permanente, veloz minimalista, simple y repetitivo, con letras ingenuas y simples son los Ramones, neoyorquinos y miembros del Salón de la Fama (inducidos en 2002) con cuatro muertes irreversibles: Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy, más Ramones emergentes. Fueron tan importantes en el ¡hazlo tú mismo! Que, hasta Sex Pistols, los reconocían como sus ídolos y padres.

El CBGB, mítico club en el peligroso barrio de Bowery, era la casa de estos salidos del garaje-rock, y en ella compartían el escenario con punketos y prospectos de la new wave como Blondie, Television, Richard Hell & The Voidois, Talking Heads, Johnny Thunders, Patti Smith y otros que hablan en la historia oral del punk-rock: “Por favor mátame”, de Legs McNeil & Gillian McCain, incluidos los Ramones que, en vida, grabaron 14 discos oficiales, muchas recopilaciones, más de 200 canciones y solo dos discos de Oro, en campaña de ruido que duró 22 años.

Acostumbrados al frenesí de la carretera, sólo tuvieron un Grammy en su cuenta personal por su trayectoria que, increíblemente, tocó México DF, en un infame ex Balneario Olímpico de Pantitlán, mientras que el legendario Roger Corman (que nunca perdió un solo dólar en ninguna de sus películas), los llevó a la pantalla grande con “Rock’n’Roll high school”. Así, el grupo que supo lo que es estar frente a una pistola (la de Phil Spector, el creador del Muro de Sonido) para que repitieran un riff, se ha perpetuado en varios rockumentales y biografías, apelando en parte a la leyenda ser los primeros entrevistados en MTV, cuando había decencia.

Hasta tuvieron un musical (Gabba Gabba hey), con su propia historia) hasta que la mala suerte, la cocaína y los accidentes los diezmaron. Parte de su desmadre, desde la perspectiva de su guitarrista y fundador, Johnny Ramone, puede leerse en la magnífica edición de Malpaso: Comando, antes de irse a dormir para siempre al “Hollywood Forever”, en Santa Mónica, donde dice su epitafio: “Si un hombre puede considerarse afortunado en la vida por haber tenido grandes amigos, entonces he sido afortunado”.

Pero ahora viene lo mejor: su derecho a la fama a perpetuidad con los cuatro Ramones originales muertos en combate: la reedición de cuatro de sus vinilos clásicos en formato de tres discos compactos cada uno (Ramones, Leave home, Rocket to Russia y Road to run) remasterizados, con bonus; en ediciones mono y stereo, más la publicación del 40 aniversario, Single mixes, Outakes, Demos, Directos, Descartes, Revisitaciones a clásicas de ramonología, inéditas y otros zumbidos.

Ediciones, ya se sabe, que vale la pena tener, no importando el precio de la estampación original, que ni de chiste sacará alguna vez aquí Warner, por lo que la vía directa es la importación. Sin embargo, una vez que ésta llegue a manos de los de Tampa Bay, sálvese quien pueda no tenerlo.

Lo que uno va a oír, es a los Ramones, tocando (sí tocando), como les hubiera gustado oírse en vida pero que la tecnología del momento no se los permitía. Bueno, hasta Paul McCartney, El Maca, resultó fan de ellos en este río revuelto.

pepenavar60@gmail.com

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