Osorio, el científico del futbol. Entrenador colombiano de 56 años que está al frente del proceso de elección, preparación y puesta a punto de un equipo para una competencia: Rusia 2018.

Estudioso, analítico, metódico, obsesivo del análisis de todos los tópicos que inundan el juego: táctica, capacidad técnica, física, tipo de cuerpos, etc, etc.

Gente cercana a él y su trabajo habla maravillas de lo mucho que labora y lo metido que está, de lo preparado que tiene cada uno de sus trabajos y argumentos. Difícilmente, podemos negar que estamos ante un científico de este deporte.

A su disposición, tiene a todos los jugadores profesionales mexicanos para trabajar en sus hipótesis, teorías y experimentos, con el fin único de un resultado: avanzar al quinto partido, el equivalente al Carburex del futbol mexicano.

Eso es lo que le pide la FMF, pero parece que a Osorio no le interesa el Carburex, esta sustancia que es parte de la ficción de una película de Cantinflas.

En la trama del filme, el Carburex sería extraído del agua salada de los mares y sustituiría al combustible fósil, como se conoce comúnmente.

Toda una revelación y revolución.

Pero parece que a Osorio, el Carburex no le interesa. Él busca otra fórmula, una que prolongue la duración de vida de su sistema o modelos de juego de futbol. Que alargue la vida de su rosa futbolística.

En esta misma película, Cantinflas, ayudante del científico que está desarrollando la fórmula del Carburex, busca a la par los elementos y pasos que mantengan por más tiempo la vida de las rosas. Osorio va por otro lado. La Selección sólo es el medio para seguir aplicando sus teorías, sus hipótesis, en pos de una idea de juego.

No está mal, a nadie engañó. Cuando fueron por él, la FMF sabía lo que estaba comprando. Osorio debe estar extasiado porque en su trabajo científico tiene elementos para seguir desarrollando su método, su fórmula. Prueba, error; prueba, error.

Con el pretexto de buscar el Carburex futbolístico, hace movimientos radicales, sacude los dogmas establecidos, provoca, con sus teorías, a las leyes, como si retara al mar para convertirlo en combustible.

Lo único que ha logrado es lo mismo que muchos antes que él, otros tal vez menos estudiosos y más pragmáticos: ganar tiempo, alargar la vida de sus formas y procesos al frente de la Selección Nacional.

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