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Estamos en una elección en donde el enojo y el miedo abunda, mientras que el entusiasmo escasea.
Ninguno de los candidatos ni partidos emociona. No tenemos al Vicente Fox del 2000 que significaba la alternancia en el Poder Ejecutivo por primera vez en la historia, ni al Enrique Peña Nieto de 2012 que enarbolaba el regreso de los que “sí sabían”. Tampoco tenemos al Andrés Manuel López Obrador y su peligro para México en la versión 2006 cuyos desplantes antidemocráticos acabaron otorgándole el triunfo a Felipe Calderón.
Ahora tenemos candidatos con partidos en crisis, en el caso específico de PAN, PRD y PRI. Y a un tercer candidato, Andrés Manuel López Obrador, que encabeza no un partido sino un movimiento que se dice anti-sistema, a pesar de estar recogiendo a los jugadores políticos de antaño que tanto ha criticado.
Es demasiado temprano para que las campañas se pongan a pensar en el voto útil, ya que en estos momentos deberían estar más bien presentando propuestas y vendiendo a sus respectivos candidatos, pero como ninguno de ellos entusiasma, las estrategias en cada casa de campaña se centran en analizar cómo se va a comportar el voto útil y cómo lo pueden atraer.
Ese que recogió Peña Nieto de los panistas en 2012 cuando vieron que Josefina Vázquez Mota no iba a ganar y querían evitar a toda costa que lo hiciera AMLO. O el que sumó Felipe Calderón de los priístas en 2006, cuando Roberto Madrazo simplemente no logró despegar y tampoco querían que ganara AMLO. Ambos atrajeron también a los independientes y/o indecisos.
Para este 2018 ¿quién se quedará con el voto útil? La respuesta no es tan sencilla como en las últimas dos elecciones, ya que tendremos dos posibles votos útiles. Melón será el voto útil anti-AMLO y sandía el voto útil anti-PRI.
El anti-AMLO lo ejercerán los PANistas, PRIístas, PRDistas… que al ver que su candidato no despega prefieren votar por quien vaya en mejor lugar en las preferencias frente a AMLO, antes que darle su voto al tres veces candidato presidencial, que hace propuestas del pasado que ya han fracasado o simplemente inviables y que asustan. Aquellos que ven en AMLO la posibilidad de destruir las de por sí frágiles instituciones mexicanas. Los que miran en López Obrador el reflejo de Chávez y de Venezuela.
El anti-PRI será de todos aquellos que están tan enojados con el gobierno actual, con la corrupción y la impunidad; con la lentitud para implementar las reformas estructurales o simplemente el rechazo a éstas.
Este voto útil se antoja fundamental dadas las preferencias —o más bien rechazos— ciudadanos. En cualquier encuesta que veamos el puntero no es AMLO. El puntero es el indeciso. El que responde que no quiere dar respuesta. La más reciente encuesta de Consulta Mitofsky, por ejemplo, coloca a AMLO en primer lugar con el 23.6% de las preferencias cuando un 27.8% decidió no declararse en favor de ninguna de las opciones.
Ni siquiera los independientes atraen. Éstos han decepcionado porque las acusaciones en contra de los que han logrado o están más cerca de lograr las firmas requeridas han sido señalados de comprarlas. Así, resulta que son presuntamente pan con lo mismo: unos tramposos. Igual que los políticos de siempre porque ¡qué novedad! los tres independientes punteros en las firmas pertenecieron a los partidos políticos de siempre: PAN en el caso de Margarita; PRI en el caso del Bronco y PRD en el de Ríos Pieter.
¿Cuál será el voto útil más grande? Si es el anti-AMLO pueden ganar Anaya o Meade. Si es el anti-PRI, el triunfador será AMLO o Anaya. Así la disyuntiva en este 2018.
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