Estas composiciones rítmicas o calaveritas literarias, son clásicas entre los mexicanos en la época de día de muertos. En la etapa colonial fueron prohibidas e incluso calificadas como “irrespetuosas”. Son versos que describen a personaje quienes, muchas veces, entablan diálogos cómicos con la misma muerte
Texto: Magalli Delgadillo
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
Compara el antes y después deslizando la barra central (da clic aquí para ver más grande)
La muerte es interpretada y plasmada de diferentes maneras. Una de las más amenas son las bromas, sátiras y críticas, a través de las calaveritas literarias. Los mexicanos y su costumbre de ver lo positivo de alguna situación adversa contribuyeron a realizar composiciones creativas. Poco a poco, pasaron de hacer ciertas burlas a críticas políticas.
Estas composiciones ya existían en la época colonial, pero fueron prohibidas en los medios, de ese entonces, por “irrespetuosas”. Fue en el siglo XIX cuando volvieron a aparecer. Una de las composiciones más antiguas fue publicada en 1849 en el periódico El Socialista de Guadalajara, Jalisco.
La muerte también es la vida. Para la cultura Maya este ciclo no terminaba con la “desaparición” del cuerpo, sino continuaba y era la segunda parte que complementaba una fase. De acuerdo con Roberto Martínez González, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, cada persona tiene un “corazón sagrado” compuesto de las siguientes partes: emociones, valores personales, entendimiento, memoria, voluntad y estados de ánimo.
Gracias a estos elementos (que a su vez, forman uno), según el investigador, algunos de ellos se destruyen con el cuerpo para purificación y posteriormente, se reinsertan en otro individuo diferente. El ser humano es la dualidad: cuerpo y entidad anímica. Muere, pero al mismo tiempo no.
Quizá algunas de estas ideas sigan vigentes en la mente de los mexicanos, quizá no. Lo único cierto es que tomamos el tema como un evento triste y alegre al mismo tiempo. Cuando se pierde a un ser querido, la familia está de luto, pero en los días festivos (quienes practican y creen en que los muertos regresan) hacen fiesta y hay alegría porque se cree en el “reencuentro” con el ser querido.
Ahora estas composiciones literarias son divulgadas en diferentes medios de comunicación y las características generales son las siguientes: octosílabos agrupados en cuatro (en algunos casos 10) versos; las últimas palabras suelen rimar con la última del siguiente verso o con el siguiente.
La muerte es el personaje o “ingrediente” principal, además de una persona o grupo de personas a la que se les involucra; mucho humor y finalmente, un inesperado final.
EL UNIVERSAL ILUSTRADO en 1923 y 1925 también ha realizado este tipo de tradicionales composiciones. Algunos de ellos fueron dedicados a personajes importantes como Federico Gamboa, Alfonso Reyes, Lupe Vélez y José Vasconcelos.
Lupe Vélez
“Me encuentro muy a gusto, porque
aquí mis vecinas
no me tienen rencores ni me guardan
ínquinas.
Parecemos, tan juntas un bote de sardinas.
Lo único que me falta son, ¡ay, mis jaletinas!”
Y por último una calaverita dedicada a nuestro fundador Félix Fulgencio Palavicini:
Por las noches las teclas de su máquina de escribir aún se escuchan sonar
Dicen que es Félix Palavicini que trabaja hasta altas horas sin cenar.