Aunque la pérdida auditiva tiene lugar en el oído, el verdadero efecto se produce en el cerebro, ya que los centros auditivos que se encuentran allí son los que interpretan el sonido, por eso, aquellas personas que viven o trabajan en lugares ruidosos suelen presentar un menor desarrollo del lenguaje cognitivo y de comprensión lectora; también, pueden sufrir de déficit de atención y memoria, disminuir su motivación, sentir efectos negativos en su autoestima o generar constante ansiedad.

Según el médico pediatra de la Universidad Libre, Óscar Araújo, “el ruido nos afecta antes de nacer. Un entorno ruidoso puede alterar la salud del feto e incluso del recién nacido, provocando pérdida auditiva o retraso en el crecimiento si la madre ha estado expuesta a ruido crónico”.

Para los expertos, los efectos adversos que ocasiona la contaminación auditiva en los oídos se denominan ‘traumas acústicos’, que puede ser el resultado de la exposición permanente a sonidos de diferente magnitud, o a ruidos de alta intensidad de manera abrupta e intempestiva como la detonación de petardos, ondas expansivas, estallidos de maquinaria, pólvora, entre otros sonidos fuertes.

“Dependiendo de la forma de presentación o circunstancias e intensidad del sonido, las personas pueden tener un sinnúmero de signos y síntomas que se expresan como ruidos en los oídos (acúfenos o ‘tinnitus’), disminución de la capacidad auditiva llamada hipoacusia, dolores de cabeza, mareos, vértigo, cambios en el estado de ánimo, trastornos emocionales y demás”, señala el otorrinolaringólogo y cirujano plástico facial, Darío Silva.

Pero, ¿cuáles son los síntomas de la pérdida de la audición? Si se tiene dificultad para entender el habla de otras personas en lugares con mucho ruido, si le aumenta el volumen al televisor cada vez más seguido, si habla duro porque cree que no lo escuchan, si pide que le repitan las cosas constantemente cuando le hablan para entender mejor o siente ‘pitos’ en los oídos, es hora de consultar a un especialista.

Efectos psicológicos y físicos

“La contaminación acústica afecta la vida de las personas por ser la causa principal de la pérdida auditiva, asimismo detona una serie de efectos a nivel psicológico como aumento del estrés, insomnio, irritabilidad, síntomas depresivos, falta de concentración, menor rendimiento en el trabajo, tendencia a actitudes agresivas, falta de deseo sexual y afecciones en la memoria. En cuanto a los efectos físicos estos pueden desencadenar dolor en el oído, vértigo, estrechamiento del campo visual, alteraciones gastrointestinales, del ritmo respiratorio, del sistema nervioso, perturbación del sueño, entre otros”, agrega Araújo.

A mayor decibel menor audición

Muchas personas se preguntaran en qué momentos o lugares de su vida diaria se encuentran expuestas a la contaminación acústica y aunque la respuesta parezca obvia, es importante tener en cuenta que existe una legislación que limita el nivel de tolerancia de ruido a 65 decibeles. Por ejemplo, un simple grito alcanza los 70, una motocicleta los 90, el ambiente de un bar los 100 y una explosión los 140 decibeles.

De acuerdo con Yadira Grimaldos, profesional del proceso de rehabilitación del Instituto Roosevelt del servicio de fonoaudiología, “aunque la primer declaración internacional que contempló las consecuencias derivadas del ruido fue en 1972 por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Por su parte, el doctor Silva indica que hay factores como la edad, las condiciones clínicas de la persona (otras enfermedades) que hacen que la exposición al ruido tenga una u otra sintomatología. Sin embargo, estas pueden ser peores en las personas de mayor edad y en quienes han empezado un proceso de deterioro normal ya que el ruido puede acelerarlo.

Asimismo agrega que: “la educación es el principal instrumento que tenemos para evitar las secuelas que deja la exposición a ruido. La educación empieza en los hogares donde el entorno familiar debe comunicarse a una intensidad moderada y prudente que le permita a los niños establecer un patrón de comunicación adecuado, se debe evitar utilizar los dispositivos domésticos a alto volumen, evitar el uso de audífonos o la cercanía a parlantes en diferentes escenarios”.

Tratamientos

Los especialistas Grimaldos y Araújo recomiendan seguir los siguientes tratamientos para las afecciones de tipo auditivo:

*Consultar al especialista en audiología una vez al año o según recomendaciones previas.

*Realizar tamizaje auditivo a todo recién nacido.

*No hacer uso de ayudas auditivas sin prescripción audiológica y programación por el especialista, ya que se encuentran ventas de audífonos en lugares no autorizados los cuales pueden dañar más la audición.

*Reducir el número de aparatos sonoros que funcionan al mismo tiempo e intentar tenerlos siempre a un volumen considerable o bajo.

*No usar reproductores de música durante más de una hora al día y mantener el volumen por debajo del 60%.

*Utilizar protección auditiva si se trabaja con equipos ruidosos.

*Ser especialmente cuidadoso con los oídos cuando se presenten catarros, gripes o infecciones, ya que pueden causar pérdida auditiva.

*Usar tapones y secar los oídos después de cada baño y en la piscina para evitar la humedad en el conducto auditivo.

*No introducir objetos en los oídos, ni siquiera hisopos de algodón. Se puede dañar la membrana y provocar tapones.

*Si se detectan retrasos en el aprendizaje o en el habla en niños, conviene identificar posibles problemas auditivos.

*Visitar al especialista cuando hayan molestias en los oídos y evitar automedicarse; es importante practicar ‘tests’ auditivos preventivos, sobre todo si tiene antecedentes familiares de enfermedades degenerativas.

jpe

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