Durante la segunda Guerra de Sucesión de Estados Unidos , los soldados de la Confederación sometieron a sus prisioneros a condiciones inhumanas, a tal grado que el 40% de sus presos no salieron vivos de allí. Un estudio encontró que los hijos de supervivientes de aquel infierno vivieron menos que los de padres que no participaron en el conflicto. De hecho, murieron a a una edad más temprana que sus hermanos nacidos antes de la guerra. El dolor de sus padres se impregnó en su genética.

Un grupo de investigadores de la Universidad de California en los Ángeles rastrearon qué pasó con los soldados después de salir de prisión. De acuerdo con los archivos militares que consultaron, pudieron conocer a qué se dedicaban, dónde vivían y, principalmente, a identificar todo lo relacionado a sus familias: cuántos hijos tuvieron y a qué edad murieron.

“Ciertamente hay transferencia intergeneracional de rasgos en humanos , algo que puede ocurrir por métodos bien conocidos, como la herencia genética, o la herencia cultural, como el aprendizaje", comentó el profesor de la Universidad de Nueva Gales del Sur Neil Youngson para el periódico El País . Agregó que esta investigación se vuelve especial porque “muestra un mecanismo de herencia diferente, la epigenética , en el que una exposición ambiental (en este caso el hambre o el estrés, las autoras no pueden decir cuál) induce cambios moleculares en los gametos que, a su vez, afectan a la salud o conducta de sus descendientes”.

El estudio,publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America , está liderado por Dora Costa. Aunque ella ni sus colegas no son especialistas en genética, lograron llegar a estas conclusiones gracias a la epigenética por descarte.

Para ello, analizaron diversos factores, como condición la socioeconómica, origen, fecha de alistamiento o estado de salud, compararon la longevidad de los hijos de los veteranos que fueron prisioneros con la de de los que no lo fueron, viendo que, en iguales circunstancias y a la misma edad, los primeros tenían el doble de probabilidades de haber muerto.

De acuerdo con el diario español, “hay otro dato que refuerza la tesis de la base epigenética: Dentro de la misma familia, los hijos que el prisionero de guerra tuvo después de sobrevivir a uno de esos campos tenían hasta 2.2 veces más probabilidades de morir antes que sus hermanos a la misma edad”.

En 2017, investigadores de la Universidad de Estocolmo analizaron una muestra de 800 mil niños para comprobar que el trauma de perder a un padre o una madre deja una marca que heredan los hijos. Los científicos notaron que los infantes que se quedaban “huérfanos en los años anteriores a la adolescencia tienden a tener, ya de adultos, más hijos prematuros”.

"Justo antes de la pubertad, durante el periodo de crecimiento lento, es cuando se programa la espermatogénesis y cuando los testículos empiezan a formarse. También es un momento psicológicamente formativo y en nuestro estudio vimos que un trauma psicológico grave durante este período, la muerte de un padre, predecía los resultados al nacer de los hijos de los chicos", explicó Kristiina Rajaleid, coautora de este estudio.

En el estudio sobre los prisioneros de guerra, hay un dato que desconcierta a los investigadores: “ el trauma por tanto sufrimiento solo lo heredaron los hijos varones, las hijas fueron tan longevas como las del resto de los que fueron a la guerra. Ni las autoras ni los expertos consultados saben con certeza el porqué de esta discriminación por sexos”, se publicó en el El País.

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