La agresión contra Ana Gabriela Guevara, a quien todos conocemos como atleta olímpica pero que ya tiene una carrera política exitosa y hoy es senadora, refleja la grave situación de nuestro país: la impunidad.

Si aún siendo senadora Ana Gabriela, la víctima, las autoridades se tardaron dos días en identificar a sus agresores, es una realidad que si ésto hubiese sucedido a un “ciudadano de a pie”, las autoridades no hubiesen movido ni un dedo.

Es significativo que la violencia ya no sólo se vincula con la delincuencia organizada, sino que está contaminando a la sociedad civil y ésto se debe a la impunidad que se deriva de la insensibilidad gubernamental. Policías, ministerios públicos y jueces constituyen una burocracia que vive en su “zona de confort” y por ello evita involucrarse en la persecución de delitos y ahí reside el problema. Mientras no se finquen responsabilidades a los funcionarios irresponsables y se les castigue, habrá impunidad y con ello incremento en la violencia cotidiana.

El costo de delinquir es tan bajo, empezando por el índice ínfimo de delincuentes atrapados.  Si a eso le sumamos la corrupción, el resultado es que delinquir y atentar contra los demás, no tiene consecuencias y por tanto la inseguridad crece alarmantemente.

Lo sucedido en San Miguel Totolapan, Gro., donde la población apresó a la familia de quien dirige la banda de secuestradores apodada “los Tequileros”, a fin de exigir el intercambio entre la madre de ese delincuente y otros familiares, por su última víctima, el ingeniero Isauro de Paz  Duque, es indignante.

Lo imperdonable es que los miembros de esta banda de delincuentes eran vecinos de esta víctima y todos los pobladores lo sabían; el alcalde y la policía municipal ¿no sabían que en ese poblado vivían Los Tequileros?.

Da pena ajena el rol que están ejerciendo las autoridades locales, que en lugar de apresar a Los Tequileros, están negociando con ellos el intercambio de rehenes: el ingeniero sano y salvo a cambio de los familiares de ellos. Si los tienen ubicados y tienen contacto con ellos, ya deberían haberlos apresado tiempo atrás.

No podemos dejar pasar que en los noticieros de TV se habló ampliamente de que esa misma banda había secuestrado a diez o doce habitantes del poblado San Jerónimo el Grande, Ajuchitlán, a mediados de noviembre pasado y aún así, con tanta difusión, las autoridades no los hubiesen apresado hoy que descubrimos que os secuestradores, los Tequileros, eran de un poblado vecino.

Esto quiere decir que la impunidad con la que secuestraban estos delincuentes  era total y absoluta. La complicidad de las autoridades a través del silencio y la inacción, es responsable de este problema de inseguridad que hoy enfrenta la Costa Chica de Guerrero.

El origen de la delincuencia es la impunidad y la corrupción y de eso son responsables las autoridades

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