La vulnerabilidad de soldados y policías y quizá también de jueces, los pone en posición de desventaja al combatir al crimen “super organizado” que dia a dia y de modo imperceptible toma control, metro a metro, del territorio nacional.

La entrevista de Denisse Maerker con el oficial del ejército que sobrevivió al atentado en Sinaloa, nos refleja una vez más la situación real de quienes deben protegernos de la violencia.

Cuando este militar menciona que los agresores viajaban en camioneta blindada y su armamento era superior al del Ejército, nos refleja su desventaja.

El mismo secretario de la defensa, general Salvador Cienfuegos, reconoció ante la prensa no contar con los recursos necesarios.

Por otra parte unos jueces arriesgan su vida al juzgar a delincuentes y esforzarse por mantenerlos en la cárcel, mientras otros en total impunidad los liberan.

El asesinato del juez  federal Vicente Antonio Bermúdez Zacarías, en Metepec, Estado de México, nos habla de la indefensión de quienes nos protegen enfrentándose a delincuentes peligrosos.

Es irresponsable que los impartidores de justicia no tengan una guardia personal, que los ponga a salvo de las amenazas y de la violencia de los delincuentes a los que han juzgado, mientras funcionarios que corren menos riesgo, así como sus familias, derrochan recursos humanos que son fundamentales para tener éxito en el combate a la delincuencia. Sin embargo, utilizan a personal calificado como “guaruras” y choferes.

Por si fuese poco, hay un fenómeno poco estudiado, por medio del cual seguramente en muchas zonas del país los Millennials, esta nueva generación de nativos digitales, está mudando su percepción y considerando como héroes a quienes forman parte del crimen organizado.

Aumentan las series de TV que distorsionan la imagen de la gente violenta y la idealizan por personificar los valores del poder, la fama y el dinero.

Todo conspira contra la tranquilidad de este país.

Es fundamental proteger a quienes tienen a su cargo la responsabilidad de cuidarnos, empezando por modificar la actitud ciudadana frente ellos y reconocerles su labor. Por otra parte, procurar someterlos a escrutinio para identificar a quienes están coludidos con los delincuentes.

Estas son dos caras de la misma moneda. Necesario proteger a los buenos y capturar a los malos funcionarios.

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