Debemos de estar orgullosos de todo lo que México le ha dado al mundo, nos comentó hace unos días una de las cocineras tradicionales más conocidas en el país, me estoy refiriendo a Doña Guillermina Muñoz, de Contla, Tlaxcala, quien en el 2014 le cocinó al Papa y a los reyes de España.

Miren, nos dijo, viajé hasta Italia para conocer a Carlo Petrini, ese señor que dirige un movimiento del caracolito- me puse a pensar cual sería el logotipo del caracolito, es el de Slow Food, me dije, resulta que Doña Guille fue hasta Turín a platicar con el fundador del ese movimiento y que tiene entre sus propósitos regresar a los productos agrícolas originarios de cada país.

No tienen idea, continuó la cocinera, resulta que nos dijeron que los jitomates más bonitos y valiosos se cosechan en aquel país; luego, luego, me puse seria, insistían en el pomodor que si era la base de muchos platillos italianos y en general de la cocina mediterránea.

La mera verdad no entendía nada, primero escuché la traducción de pomodoro “manzana dorada”, entonces no estaban hablando de nuestro jitomate, me dije, sino de una manzana amarilla, esa a la que nosotros le decimos perón, pero cual va siendo mi sorpresa, no se trataba de ninguna manzana sino de nuestro jitomate, de ese que nosotros cultivamos desde siempre, ese con el que nuestros mayores nos enseñaron hacer salsa con chilito y que forma parte de nuestra cocina.

Más adelante el señor Petrini que es muy guapo, me dijo: “Guille el tomate o pomodoro ustedes se lo dieron al mundo y es orgullo de los mexicanos”. De verdad de verdad me hizo sentir importante, pero el señor siguió diciéndome: “Ustedes le dieron al mundo muchas delicias además del jitomate le dieron al mundo el maíz, el aguacate, la vainilla, la calabaza, el chocolate, la chía, el chile, frijol y epazote, entre otros. Así es que el mundo le está muy agradecido con su país, imagínese una pasta sin pomodoro, querida Guille ustedes son muy importantes y hemos aprendido muchas cosas de su país”.

Creo, suspiro la cocinera, que ese señor que está en eso del caracolito quiere mucho a nuestro país y nos admira, creo que nosotros también deberíamos estar orgullosos de ser mexicanos.

Imagínense ustedes que sería de nosotros sin un espagueti mexicano, ese que se sirve de la cazuela al palto y que le ponemos harto quesito de sopa, y que a los niños les gusta tanto, no pues está bien que los italianos nos hayan traído la pasta, que haríamos sin nuestra tradicional sopa de fideo yo pensé que eso era también 100 por ciento mexicano, entonces, como es costumbre Doña Guille soltó la carcajada y nos dijo a ver qué día vamos a saludar al señor del caracolito a Turín, siguió riendo.

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