Él piensa que la gente que viste mal es la más interesante. De igual modo, una de sus grandes filosofías en la vida, y en la moda es que la belleza natural de las personas es la que prevalece y que la elegancia es más una cuestión de personalidad que de lo que llevas puesto. Jean Paul Gaultier, “L'Enfant Terrible” o el niño malo de la moda estuvo de visita en México y yo fui cordialmente invitada a acompañarlo en una cena exclusiva y llena de folclor.


El lunes pasado nos dimos cita medios, personalidades, bloggers, artistas, cantantes, modelos y un sinfín de invitados VIP a una celebración con el diseñador. Bajo el lema #VivaMexique y #JPGLovesLatinAmerica nos dispusimos a festejar la visita del creador, nada más y nada menos que en el Gran Hotel de la Ciudad de México. El hotel estuvo decorado con luces neón en tonos rosas y morados, mesas largas en la explanada y un ambiente infestado de flores en distintos tonos y texturas: al centro una piñata muy particular, que simulaba el frasco de Classique, la fragancia que el diseñador lanzó al mercado en 1993 y que hoy se reinventa e incluye nuevas notas de vainilla, jengibre y flor de naranja, así como una nueva imagen —por supuesto— en una botella que se presenta con un diseño más limpio de puntas afiladas.


Gaultier es un iconoclasta, pues cuestiona sistemáticamente los clichés, las normas, los códigos, y las tradiciones, mismas que reinventa y combina con otros elementos. Es un rebelde que nunca pierde la pasión, un creativo que no sucumbe ante los estereotipos ni a las imposiciones de la industria, un temerario irreverente que encuentra la belleza en los lugares más inesperados. Un poeta en la moda que no teme alzar la voz. Por eso lo admiro y le aplaudo, por ser efervescente, honesto, coherente e indescifrable.


La noche transcurrió, sin prisa y con mucha alegría. La música que ambientó la deliciosa cena de cuatro tiempos fue totalmente inesperada. Al ritmo de cumbias, reggaetón y demás ritmos latinos fluyeron las copas de vino. Debo decir que me sorprendió la sencillez del diseñador, dispuesto, sonriente y muy amable, se tomó fotos con muchos de los asistentes, ¡incluida yo! por supuesto, no iba a dejar pasar esta oportunidad de oro para retratarme con uno de mis diseñadores predilectos de la vida. Al terminar , disfrutamos de una pequeña presentación en donde varias modelos portaron sus diseños y las mesas se envolvieron entre charros modernos y luchadores sexys. De pronto, sonó el mariachi y todo se convirtió en una fiesta ¡vaya que fue una noche especial! ¿El broche de oro? Un display de luchadores reales, quienes posaron  con él luego de un pequeño concierto ofrecido por Zemmoa, a quien le aplaudió de pie.

Vaya noche la que nos regaló el diseñador y, por supuesto, todo el equipo que estuvo detrás de la preparación de este evento y esta visita ¡Vuelve pronto Jean Paul, México es tu casa, te queremos y te admiramos por siempre!

Con cariño, Gina.


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