Por Carla Bonina
Los datos abiertos se están abriendo camino en países  como Reino Unido o Estados Unidos, aunque también están llegando con fuerza a distintos países de Latinoamérica. Chile se situó entre los 15 países líderes de la edición del 2014 del  , un ranking global organizado por la , que evalúa a los países atendiendo a sus publicaciones de conjuntos de datos gubernamentales, a su disposición para beneficiarse de datos abiertos y a la evidencia de su impacto. Brasil, México y Uruguay se incluyen dentro de los 25 países con mayor puntuación del barómetro.
Existe una gran cantidad de nuevas posibilidades con el potencial de generar valor, tanto social como económico. Los últimos de los premios de datos abiertos, que repasamos anteriormente en este blog, son excelentes ejemplos que muestran las distintas maneras en las que los datos abiertos pueden  o ayudar a combatir enfermedades resistentes como la. Existe un creciente optimismo sobre la expansión del uso de los datos abiertos por todo el mundo que debemos acoger con entusiasmo.
En este artículo, me gustaría destacar tres áreas cruciales del panorama de los datos abiertos que necesitarán examinarse en mayor profundidad:

1. Los modelos económicos y empresariales de los datos abiertos
 de la Economist Intelligent Unit (Unidad de Inteligencia de The Economist) revela que los datos abiertos son el segundo tipo de datos más importantes que consideran los ejecutivos a la hora de tomar decisiones estratégicas. Aparte de sus eficiencias internas, los datos abiertos están generando una nueva industria en sí misma, como se ha podido observar con la emergencia de nuevas iniciativas empresariales en forma de aplicaciones (en su mayoría gratuitas), plataformas y servicios de diversa clase.
Aunque existen negocios que han alcanzado un éxito notable gracias a los datos abiertos, tales como  o , muchas iniciativas de datos abiertos carecen de herramientas empresariales para hacer que sus proyectos sean sostenibles, sin mencionar su rentabilidad. Necesitamos evidencias para evaluar qué tipo de modelos empresariales viables existen en el mercado y para entender su significado en la economía, tanto local como regional de cualquier lugar del mundo.

2. Cuestiones éticas sobre los datos abiertos
A pesar de su gran potencial para hacer el bien, los datos abiertos también se pueden utilizar para hacer el mal (al igual que ocurre con cualquier tecnología). Divulgar públicamente información sobre las identidades de los ciudadanos puede dañar, discriminar o desfavorecer especialmente a minorías sociales o personas vulnerables.
Durante el  de la 3ª , Yasodora Cordova presentó algunos ejemplos de Brasil que destacaban las tensiones entre las obligaciones de transparencia impuestas por ley y el derecho a la privacidad de los ciudadanos. Estos casos revelan cómo las nuevas leyes que obligan a publicar abiertamente información personal sobre población vulnerable (cómo los nombres de mujeres embarazadas o pacientes con VIH) entran en conflicto con los derechos de los ciudadanos de proteger su identidad.  Otro tema a tratar fue la polémica aplicación denominada  (localizador de guetos), lanzada en septiembre de 2013. La aplicación fue supuestamente creada para ayudar a los usuarios a 'navegar' por las zonas seguras de la ciudad, pero inmediatamente recibió numerosas críticas por fomentar estereotipos racistas y consideraciones anticuadas sobre lo bueno y lo malo.
Los algoritmos no se crean en un vacío técnico y los datos abiertos se alejan de la objetividad y la neutralidad. Necesitamos trabajar para solucionar el dilema de cómo evaluar los juicios y motivaciones que se esconden detrás de las aplicaciones de datos abiertos. También necesitamos adoptar una perspectiva crucial que nos ayude a encontrar el equilibro entre los derechos relativos a la publicación de información personal y el valor que los datos precisos pueden ofrecer para solucionar problemas sociales o propiciar el avance científico.

3. ¿Quién se beneficia de los datos abiertos?
Sin lugar a duda, el poder de los datos abiertos reside en su utilización. Uno de los valores sociales más aclamados de los datos abiertos se basa en su potencial para mejorar las vidas de usuarios finales y, en particular, de aquellos ciudadanos más necesitados y marginados. Sin embargo, los datos abiertospueden reforzar a los actores con más poder de la sociedad, es decir, a aquellos individuos más jóvenes, con una mejor educación y una estabilidad económica superior o a aquellas grandes corporaciones especializadas en tecnología.
El acceso a internet y a computadoras, la habilidad para analizar datos, los sistemas normativos propicios y los recursos locales continúan siendo las principales barreras para ampliar los beneficios de los datos abiertos para la sociedad, y del acceso a internet en general. La falta de acceso a la informática e internet por lo general se señala como un problema en los denominados "países en vías de desarrollo" pero en realidad también incluye a países desarrollados. Por ejemplo, en el Reino Unido al menos  todavía no tienen acceso a internet. Por lo tanto, existe un buen argumento en contra de la cuestión de la accesibilidad a internet: no es tan importante tener una buena conectividad sino unos buenos intermediarios que sean capaces de curar la información y hacerla accesible o útil para un sector más amplio de la población. Ambas perspectivas son igual de válidas si no muy importantes. Sin embargo, todavía no sabemos con exactitud quién se beneficia más de los datos abiertos y quién paga para que los datos estén disponibles.


Como ocurre con el caso de la producción colaborativa de recursos comunes, los datos abiertos tienen el potencial de desarrollar virtudes creativas, culturales, sociales y políticas en beneficio de la sociedad. Se están llevando a cabo  para determinar cuál sería la forma más propicia de medir el impacto de los datos abiertos, desde ejercicios útiles como el Barómetro de Datos Abiertos o el Índice de  elaborado por la Open Knowledge Foundation hasta estudios de casos sobre ciudades, parlamentos, sanidad y adquisiciones.



La Dr. es profesora asociada de Emprendimiento e Innovación en Surrey Business School y en el Surrey Centre for the Digital Economy (CoDE). Sus intereses de investigación se centran en la intersección entre la innovación tecnológica, el emprendimiento y las normativas reguladoras.
Crédito: *Esta columna fue originalmente publicada en el  del Banco Interamericano de Desarrollo BID.

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