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Era 1986 cuando Eberahrd Von Kuemheim, presidente de BMW, encargó a Paul Rosche, director de BMW Motorsport, el desarrollo del primer Serie 3 “deportivo”. Así nació el M3 E30, un auto que se convirtió en una sorpresa para propios y extraños, siendo hoy en día uno de los más icónicos en la historia de la marca.
35 años después, y con 5 generaciones de por medio, nos encontramos con la más reciente entrega del BMW M3 . En esta ocasión, viene acompañado de la variante coupé denominada M4, y llegan a nuestras manos en la versión más radical: Competition.
No obstante, desde su presentación se criticó el tratamiento estético al que fue sometido. La parrilla de gran tamaño fue señalada por todo mundo, diciendo que dejaba atrás toda herencia del modelo.
Sin embargo, BMW M tiene una idea clara con el M3 G80: no juzgar un libro por su portada. Los alemanes aclaran que se trata del M3 más tecnológico , radical y perfecto para pistas que han creado, y para comprobarlo organizaron un fin de semana de pruebas.
Para muchos BMW M significa deportividad, pero sobre todo diversión. Pasar una tarde con las nuevas propuestas de la casa alemana nos hace comprender que, en algunos casos, hay que dejar ir ciertas cosas del pasado para apuntar a un mejor futuro.
Más que solo una “gran parrilla”
Desde que se dieron a conocer los primeros trazos oficiales del M3, los puristas de la marca se volvieron locos. Criticaron a morir la gran parrilla que la división deportiva adopto a este modelo cuando la variante “convencional” del Serie 3 parece ser una de las más agradables de su segmento.
Pero eso no es lo único que cambia en el modelo. Como buen M3, tenemos rines de mayor tamaño (20 pulgadas adelante y 19 atrás), faldones laterales de fibra de carbono, tomas de aire en el parachoques frontal, cofre con pliegues, nuevos espejos M de fibra de carbono y un discreto, pero útil, alerón en la cajuela.
De igual manera, las cuatro salidas de escape nos aclaran que no se trata de cualquier Serie 3. Por si lo anterior no bastó, quizá el color especial fosforescente te dé una idea en el camino.
Al final del día, el diseño es subjetivo y podrá enamorar a unos o molestar a otros, pero no podemos negar de que se trata de un auto llamativo a primera vista. No cabe dudas que BMW M apostó en grande con elementos como esa parrilla o el color de carrocería, pero resultan ser sumamente atractivos en personas.
Para el M4 el tratamiento es similar. Si bien aquí conocimos la gran parrilla desde la versión convencional, no deja de robar una que otra mirada. Eso sí, destacamos la forma en la que la parte posterior mezcla el cuerpo de iluminación con los ángulos del parachoques, ya que imprimen una sensación de rudeza por donde sea que se le mire.
El BMW M3 G80 mantiene ese legado deportivo que sus antecesores labraron, pero explora nuevos lenguajes de diseño que atraen a los consumidores modernos. A veces tienes que dejar ir algunas cosas del pasado, para darle espacio a nuevos elementos que al principio serán controversiales, pero con el tiempo irán tomando forma.
Sobriedad deportiva
Basta con mirar el interior por unos segundos para darse cuenta de que estás por manejar algo con mucha potencia. Los asientos que conocimos en el M3 Competition son opcionales y están fabricados en fibra de carbono con ajustes especiales para las piernas y costillas.
Gracias a una serie de huecos pensados con anterioridad, estos asientos podrían recibir un sistema de cinturones de seguridad de 5 puntos. Esto nos da a entender que en BMW M, la deportividad es cosa seria.
El volante adopta los ya conocidos botones M1 y M2 que pueden ser configurados a gusto del usuario para que el auto cambie su comportamiento mecánico en cuestión de segundos. Las paletas de cambios son de aluminio y, para el M4, se equipan unas opcionales de diseño especial y mayor tamaño.
Como era de esperarse, el sistema de infoentretenimiento es idéntico al de las versiones convencionales. No obstante, el clúster cambia por completo con una nueva configuración que se activa al poner el modo sport del auto.
Como su uso está destinado a las pistas, pone en el centro del clúster la velocidad en la que te encuentras. Flanqueando esta información se encuentran las RPM del motor y, cuando se lleva al límite, parpadea en rojo todo conjunto.
Incluso, el HUD que se muestra en el M3 indica las RPM y la línea del corte de inyección. Cuando “ignoramos” la orden del cambio ascendente de marcha, comenzará a sonar una sutil alerta indicándonos que es momento de cambiar la velocidad.
La sensación que brinda el habitáculo en ambos modelos es simplemente soberbia. Sabes que estás manejando algo importante y con mucha potencia, pero resulta estar cargado de tecnología, seguridad y estilo.
Cuando la tecnología y el poder se juntan
Para BMW M, México resulta ser un gran país en términos de negocio. Aquí tienen un amplio número de seguidores, coleccionistas y personas dispuestas a pagar una buena cantidad de dinero por productos como el nuevo M3.
Por eso, BMW no se ha tentado el corazón y ha traído únicamente a México la versión Competition del M3 y M4. Esto quiere decir que su precio se eleva, pero también sus prestaciones en general.
Bajo el cofre encontraremos a uno de los mejores motores que existen en la actualidad, un bloque de 6 cilindros en línea biturbo montado de manera longitudinal. Este propulsor dota de 510 caballos de fuerza a los nuevos M3 y M4, un aumento considerable en comparación al modelo que reemplazan.
Para transmitir este poder al piso, la marca decidió despedir a la transmisión de doble embrague para dar paso a un convertidor de par tradicional con 8 velocidades. Esta nueva caja de cambios motiva las cuatro ruedas gracias al sistema de tracción xDrive.
Los puristas preguntarán por la transmisión manual y tracción trasera que se comercializan en otros modelos, pero a decir verdad no podemos ponerle un solo pero a la configuración escogida para México.
Quizá los cambios de velocidades se perciben ligeramente más lentos por la nueva transmisión automática de 8 velocidades, pero sin duda es más robusta y soporta más vueltas del motor.
Durante nuestras vueltas a la pista notamos que el M3 presume de más agarre que el M4. Incluso, es sobresaliente la forma en la que el eje delantero parece pegarse al suelo a pesar de tomar curvas largas a ritmos de 180 km/h. La parte posterior puede comenzar a bailar un poco, pero la rigidez del chasis la regresa a su posición original sin perder ritmo.
El control de tracción es más permisivo en el M3, dejándote jugar cuando así lo quieres. El M4 resulta ser más “dócil” y no se olvida de la deportividad, pero simplemente no se percibe tan explosivo y radical como su contraparte sedán.
Si te quieres divertir un rato, y acabarte tus llantas, tiene un modo de manejo en el que calificará mediante un esquema de 5 estrellas tus derrapes en la pista. Por cuestiones de seguridad no pudimos ponerlo en práctica, pero sí causamos sobreviraje controlado en un par de curvas para conocer el límite del auto.
Bastan unos cuantos minutos al volante del M3 Competition 2022 para olvidarnos por completo de la controversial parrilla. Como dictan los cánones de BMW M, el auto es deportivo, explosivo y, sobre todas las cosas, muy divertido de manejar en la pista.
No es refinado, la suspensión es dura, los cambios bruscos y la aceleración es abrupta, pero esto es lo que buscan todos aquellos que quieren un M3, algo que los rete con cada vuelta a la pista.
El futuro de la familia M
Nos guste o no, el M3 siempre ha servido como adelanto de lo que está por venir con los nuevos modelos deportivos de la firma alemana. Con M3 G80 nos damos una clara idea de que BMW está apuntando alto con su división deportiva y harán grandes cambios en muchos sentidos.
Por un precio de 1 millón 930 mil pesos para el M3 Competition y 2 millones 30 mil pesos para el M4 Competition, nos queda claro que el desempeño que ofrecen viene con un costo importante.
Sin embargo, quien esté buscando la nueva entrega del M3 es posible que ya cuente con un par más de autos de esta categoría en el garage, por lo que el precio no será un problema.
Los nuevos M3 y M4 son el claro ejemplo de que, a veces, hay que soltar algunas cosas del pasado para tomar un nuevo aire, pero no olvidarse de sus orígenes y todo lo que ha construido en su camino.
