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Si al interior del PRI no se da una buena selección del candidato presidencial para 2018, a través del diálogo con la militancia y con negociación, el riesgo de una fractura al interior del partido es inminente, considera la ex presidenta del partido, María de los Ángeles Moreno.

En entrevista con EL UNIVERSAL, destaca que si bien una fractura interna puede no ser visible hacia la opinión pública, sí puede minar el camino de triunfo en la Presidencia de la República el próximo año.

Cuestiona por qué no hay debate al interior del partido de cara a la 22 Asamblea Nacional, y por qué no se escucha a la militancia.

La discusión, señala, está en la selección del candidato presidencial, para ver si se permite un externo. Sin embargo, añade, dentro del PRI hay buenos cuadros a los que se les debe dar oportunidad.

Si es un externo, apunta, debe ser avalado por la militancia. O en su caso, se debe explicar perfectamente por qué un externo.

Ella, junto a otros, recién estuvo en una reunión con el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa. Moreno Uriegas refiere que fue escuchada, pero le queda duda de si sus comentarios serán tomados en cuenta.

La priísta capitalina considera que en las Mesas Temáticas Nacionales que celebrará el PRI la semana próxima se pueden dar discusiones acaloradas, pero si hay debate y negociación se puede llegar a un buen acuerdo.

Principios olvidados

¿En dónde se encuentra el PRI hoy como partido?

—Sigue siendo un partido cuya Declaración de Principios claramente establece que es heredero de los principios revolucionarios de 1910 y que ha buscado siempre el bienestar para las mayorías y responder con instituciones y programas a las principales demandas de la población.

Hoy yo diría que el PRI quizá se ha alejado en varias ocasiones de esos principios y ha fallado en proporcionarle a la población lo que principalmente demanda: empleo, educación de calidad, un salario o ingreso digno; salud y seguridad. Hoy hay un clamor por seguridad pública y social que está faltando. Yo diría que en eso mi partido, el PRI, está fallando. Necesita volver a hacer realidad los principios que postula.

Me parece que en algunas cosas parece acercarse a otras corrientes —con las cuales no comparto absolutamente nada—, que son de derecha y que deberíamos retomar el cauce y el curso de acción que nos vuelva a colocar indudablemente como partido político, independiente del poder que responde a las necesidades del pueblo.

¿Cómo se puede retomar el cauce desde dentro del partido?

—Me parece que los grandes cambios del partido históricamente se han dado desde adentro. Aun cuando éramos partido hegemónico, hace ya muchos años, la discusión se daba adentro, había debate. Se hablaba de un péndulo que se movía más hacia la izquierda o hacia la derecha, los debates eran quizá más intensos al interior del partido, buscando congruencia, aplicación de los apotemas, de los principios y postulados del partido, y no sólo en campaña, sino fundamentalmente desde el gobierno y desde las distintas instituciones.

¿Hoy no hay debate?

—Casi no y eso es incómodo. Yo creo que desde adentro se puede [cambiar al partido], y esta situación de que por acá hay una corriente que dice: ‘No coincidimos con la forma de selección posible del candidato, no estaremos de acuerdo en que sea una decisión unilateral del Presidente de la República’, qué bueno. Un partido vivo no puede tener falta de debate, tiene que haberlo, tiene que existir posición discordante, tienen que existir fuerzas que digan: ‘Por ahí no, veremos por acá’. Y seguramente en esa mesa de estatutos se va a presentar un debate muy intenso.

Las últimas asambleas del PRI han sido acaloradas y no han terminado en fractura. Hoy existe quien le apuesta a la división.

—Bueno, si hay un error en la selección del precandidato, que luego sería candidato, puede darse una fractura que quizá no sea visible, pero que desde dentro del tricolor mine el potencial y la posibilidad de triunfo del partido. Esto sí sería delicado, porque si el debate se da en la tribuna, aunque haya golpes, sillazos y gritos, bueno, que ahí se dirimirá con el voto cuál es la ponencia que triunfe o cuál es el punto de vista que gane.

Hasta ahí todo bien, si después se diera una decisión equivocada que divida al partido, ahí sí yo no veo cómo podríamos ganar, porque de por sí las elecciones en la actualidad son muy competidas y los márgenes del triunfo son escasos, y si a eso se le suma una división interna, creo que no habría posibilidades de ganar.

¿Considera que es válido abrir la candidatura presidencial a un simpatizante externo?

—Si el partido lo aprobara, si el partido se abriera totalmente a algún personaje notable, que tenga muy buenos puntos a favor: inteligencia, participación pública, social, de responsabilidad... pudiera ser. Pero ese tendría que ser muy cuidado, muy bien seleccionado, si se quiere que haya una aceptación generalizada.

Pero yo diría: si tenemos tantos posibles, internos, ¿para qué recurrir a un ciudadano? ¿Porque es la moda? Porque se dice que sólo los ciudadanos... no sé cómo ponerlo: todos somos ciudadanos (...) yo soy ciudadana, por qué no yo, soy interna y muchos más somos internos.

Hay entre nosotros personas muy valiosas, reconocidas, inteligentes, con trayectoria impecable, quienes no tienen ninguna acusación que pese ni cómo sombra en sus carreras. Sí hay, hay muchos.

Hay muchos posibles y uno solo que se ha declarado que no es priísta. Bueno, si hay toda una baraja, por qué no un interno y por qué no someterlo a una auscultación, como siempre se hizo históricamente.

El Presidente de la República consultaba, veía, analizaba, tomaba expedientes, experiencias, comentarios múltiples y sobre esa base acordaba con el partido y éste sacaba un candidato. ¿Por qué no ahora?

¿Hay oídos sordos?

—Hay quizá una posición más de decisión, que quien la toma considera que debe respetarse a ultranza y creo que esto no debe ser así.

El Revolucionario Institucional siempre ha sido un partido disciplinado que hace lo que se manda...

—Pero quién se lo dice, depende de quién se lo dice.

¿El partido ya no sigue en esa misma tónica?

—Han cambiado mucho las cosas. En la actualidad hay personajes que no están dispuestos a seguir con una trayectoria en la que más allá de la disciplina, más allá del respeto entre nosotros y a las figuras relevantes en nuestro país —comenzando por el Presidente de la República, pero no es el único—, son atendibles, pero no confundamos disciplina con obsecuencia.

Por eso yo celebro el debate, puede en el momento parecer muy duro, muy rudo incluso, pero es útil. Si nuestras autoridades no son capaces de convencer, me parece que solamente vencer es muy riesgoso en esta época.

Hay quienes simplemente piden negociación para seguir adelante, ¿es necesario?

—Yo creo que sí. Habría que plantear por qué tal personaje sería el más adecuado, primero para los propósitos de bienestar social, de desarrollo económico del país. Por qué las prendas o las características de ese personaje serían las más apropiadas para que el país vaya para adelante, de acuerdo con los principios del Revolucionario Institucional, con la ideología del partido no cabría una ideología de derecha.

¿Hay riesgo de un nuevo sistema dentro del partido?

—No lo creo, pero todo es posible. Pareciera que las condiciones y las circunstancias actuales propician que esas voces y esos movimientos que han aparecido atraigan a otros más y que si hubiera decisiones unilaterales pudieran provocar una división. Una división que, yo insisto, llevaría al PRI a perder la elección.

Tiene condiciones difíciles de por sí: por el alto nivel de competencia, por todos los actores políticos que están jugando, por las situaciones que no le dan en este momento al PRI y a sus personajes las más altas calificaciones. Si a eso le sumamos una división interna, pues está difícil lograr el triunfo, que es lo que se desea.

Considero que debe haber piso parejo. Porque un personaje que deslumbra, quizá por talento y su personalidad, va a tener más favorables las condiciones que alguien que a la mejor no es tan deslumbrante, pero tiene inteligencia, talento, personalidad, trayectoria y además militancia.

Nada de imposiciones...

—Por eso digo, lo único que nos podría fragmentar sería una imposición abierta, sin reglas, sin condiciones, sin explicaciones, simplemente porque se le ocurra a quien lo puede hacer, sería algo difícil de aceptar.

¿Qué espera de la 22 asamblea, cambios fuertes?

—Me parece que va a haber cambios importantes en las formas de elegir al candidato; en las condiciones para esa selección; transparencia y rendición de cuentas, que posiblemente lleve a un nuevo código de ética y sanciones mucho más drásticas.

Si en lugar de plantear en mesa de ética y rendición de cuentas se pretendiera meter una y otra vez la declaración de que nos importa mucho la honestidad, la honradez, la no corrupción, sería un exceso.

Nos ha faltado ser congruentes con nuestra declaración de principios, estatutos, eso llevarlo a la práctica cotidiana, llevarlo a la expresión más entendible para la gente que significa la congruencia entre el decir y el hacer.

Si no se refleja el sentir de la militancia va a haber más ruido y todo eso deja residuos de divisionismo que no coadyuvan a lo que necesitamos: ir todos unidos a una elección.

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