Unanimidad insólita: Los senadores, sin importar bancadas, líneas de acción críticas, se emocionan y defienden el gusto de celebrar las fiestas patrias, como una expresión de mexicanidad profunda, y dicen que el festejo septembrino está más arriba que los problemas del día a día.

Ex gobernadores, ex secretarios de Estado, legisladores de trayectoria en ascenso, probados en la lucha social, en el cabildeo de consensos, en las refriegas en tribuna, prefieren, los más, celebrar en familia, en el barrio propio, y allí ganar fuerzas para las lides políticas y parlamentarias que, por cierto, se desatan con todo vigor en cuanto vuelven de sus estados.

Sabores de los antojitos, ruidos de fiesta, animosidad de los encuentros familiares, recuerdan los legisladores, con ánimo de ya estar con los suyos para, como es tradición celebrar la principal fiesta del país.

Ismael Hernández Derás, así como Enrique Burgos García, quienes han sido gobernadores, comentan que los impresiona el recuerdo mismo de las multitudes que en sus estados, Durango y Querétaro, salen a las calles a seguir con vítores la arenga típica por parte del mandatario estatal.

Javier Lozano Alarcón, Laura Rojas, Mariana Gómez del Campo, señalan que disfrutan vivir las fiestas septembrinas, que dan identidad a los mexicanos, y que les permiten convivir con familiares y amigos, tanto en domicilios particulares, como en recintos públicos, en ceremonias oficiales.

Perredistas como Fidel Demédisis y Luis Humberto Fernández Fuentes, consideran que celebrar las fiestas patrias es una manera de renovar fuerzas a favor de las causas en las que ellos creen que pueden beneficiar a las clases populares.

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