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Los que ahora conducen los hilos de la política y coordinan los trabajos legislativos en la Cámara de Diputados, alguna vez fueron niños que esperaban con ansias la noche del 5 de enero para saber qué era lo que aguardaba debajo del árbol de Navidad. En algunos de los hogares de los coordinadores parlamentarios no había lujos, sólo lo suficiente para vivir, tal como lo narran ellos mismos con una sonrisa en el rostro al recordar sus juguetes favoritos, regalos de los Reyes Magos o del Niño Dios.

Aseguran que la inocencia y la ilusión no se tiene que perder, que la magia de esos días no se debe erradicar de las costumbres mexicanas, aunque también saben que en la actualidad muchos de los niños de México no la han experimentado, porque viven en pobreza extrema y apenas les alcanza para comer.

Algunos ni siquiera conocen que existe la noche de los Reyes Magos, porque la marginación se los impide; ese fue el caso del líder parlamentario del PRD, Francisco Martínez Neri, quien supo de la existencia de estos personajes hasta que llegó a la ciudad de México, a la edad de 11 años. En la sierra de Oaxaca no forman parte de los sueños infantiles.

“En realidad, cuando yo era niño no supe de Santa Claus o de los Reyes Magos; el estado de Oaxaca, donde yo viví, es una población en donde no es usual tener cenas de Navidad ni nada por el estilo. Hasta que yo vine a la ciudad de México fue cuando supe de esas costumbres. Pero digamos que los 11 años que estuve en Oaxaca no pasaron los Reyes Magos. Simplemente no miraron por allá”, menciona.

En contraste, el coordinador parlamentario del Partido Verde Ecologista, Jesús Sesma, platica que como buen deportista, a él siempre le llegaron regalos de futbol americano. Sin embargo, lo que más recuerda es su primera avalancha, con la que él y su hermano jugaban en los jardines de Ciudad Universitaria.

“Quienes tuvieron avalancha saben de la emoción en las bajadas, donde te sentías como en la Fórmula Uno. Yo que soy del equipo de los Dallas Cowboys, me traían los uniformes oficiales; siempre salía a jugar muy contento”, explica el legislador del Verde.

Siempre traen lo que quieren

El líder de los diputados del PAN, Marko Cortés, como el promedio de los niños mexicanos, solía recibir por cortesía de los magos del oriente, obsequios que no eran específicamente los que solicitaba en su carta. Su juguete favorito —del cual no recuerda su nombre— fue uno que representaba una guerra entre castillos.

“Uno pedía y llegaban los Reyes con lo que querían. Normalmente no traían lo que buscaba, aunque los carritos también eran mis favoritos”, recuerda al tiempo que sonríe.

Si algo tiene en común los coordinadores de Morena, Nueva Alianza (NA) y Movimiento Ciudadano (MC) es que a ellos no los visitaban los Reyes Magos, sino el Niño Dios, porque así se acostumbraba en el norte y occidente del país, explican, “antes de la llegada consumista de Santa Claus”.

“En mi casa llegaba el Niño Dios, por muchos años pedí siempre un balón de basquetbol, porque era lo que más me gustaba; por muchos años lo jugué. También me traían muñecas o ropa. Aunque mi mamá me decía que pidiera otra cosa, terminaba pidiendo un balón de basquetbol”, narra la líder parlamentaria Rocío Nahle (Morena).

El coordinador de MC, Clemente Castañeda, dice que sus regalos del Niño Dios han vuelto a la moda: los juguetes de Star Wars. También gozaba de los instrumentos musicales y de los balones de futbol, por lo que asegura ser un futbolista frustrado.

“Yo estudie música, nunca pude pasar el tercer semestre. Me gustaba cantar, nunca faltaba un instrumento musical y un balón; cuando se lucía el Niño Dios me llegaba algo de Star Wars. Me dejaron de traer instrumentos hasta que me llegó un tambor que fastidió a mis papás”, comenta Castañeda.

El robo

Por su parte, el líder de los legisladores de Nueva Alianza, Luis Alfredo Valles, refleja un porcentaje de los niños y niñas mexicanas que al salir a jugar con sus nuevos juguetes son víctimas de la delincuencia. Entre los 8 o 9 años de edad, recibió un guante de beisbol, con bat y su pelota “que a los pocos días me los robaron junto con la alegría”, argumenta.

El coordinador de la bancada del PRI, César Camacho, relata que el mejor regalo de todos los que recibió fue un balero grande, hecho en San Antonio la Isla, Estado de México. El juguete tenía grabado su nombre.

“Siendo niño me costaba mucho trabajo jugarlo, no podía hacer los capiruchos, los vientos, las coronas, que eran los que valían cinco o veinte puntos. Lo jugaba con mis vecinos en Metepec. Ya no lo conservo, era rojo quemado con ornamento pirograbado. Fui inmensamente feliz con los juguetes más sencillos”, describe.

Sencillez

Quien también se divertía con juguetes sencillos como otra gran mayoría de los niños en México, es el líder de la fracción del Partido Encuentro Social (PES), Alejandro González. Su colección consistía en luchadores de plástico y los autos del agente 007, “era un hitazo que me los regalarán, mucha ilusión”, comenta.

Así fue la ilusión que sentía el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano (PRD), cuando recibió un juego de pistolas metálicas con funda, estilo vaquero, regalo que desde entonces dejaba entrever al guerrillero que llevaba dentro, o su trompo con el que pasaba horas jugando. “Era lo que más me gustaba, también mi guante de beisbol y mi pelota; eran mis juguetes favoritos, sin duda”.

Los ocho líderes parlamentarios coinciden en entrevista que aunque las circunstancias sean distintas y la tecnología cambie, las ilusiones no deben acabar jamás, que los sueños lúdicos de los niños mexicanos deben conservarse e incentivarse, y que para eso ellos necesitan legislar pensando en ellos, como cuando eran menores y soñaban con un país mejor.

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