Imagina que vives en una casa que casi puede leer tus pensamientos. Cuando hace calor, en verano, la temperatura es fresca sin necesidad de aire acondicionado, y cuando llega el invierno, dentro se siente un ambiente cálido. También, a mediodía no entran los molestos rayos del sol, pero en la tarde, para que no tengas que prender un foco, la luz tenue del atardecer llega e ilumina el lugar.

Hoy en día eso es posible gracias a una nueva generación de profesionistas que combinan la arquitectura contemporánea con un amplio conocimiento sobre el clima para crear espacios pensados en el confort de los usuarios. Se les conoce como arquitectos bioclimáticos y Gerardo Velázquez es uno de ellos.

Además de dar clases sobre proyectos arquitectónicos y diseño con softwares bioclimáticos en la Universidad Iberoamericana, Velázquez también es fundador del despacho Bioarquitectura, un estudio de proyectos con enfoque bioclimático que ha realizado importantes construcciones aplicando este novedoso enfoque.

Con un gesto amable, tratando de hacer que sea fácil de entender, explica el concepto que define su oficio: “Como su nombre lo dice, la bioclimática tiene que ver con la vida. Es bio porque se crea un balance con elementos naturales. Los arquitectos bioclimáticos usamos el clima, la posición del sol, la dirección del viento, entre otras cosas, para generar espacios inteligentes que se autorregulen, que sean amables con el planeta y, sobre todo, para crear espacios agradables para quienes los habitan”, señala.

Tal como lo explica este arquitecto, la bioclimática tiene múltiples bondades. Lo más importante para un arquitecto especializado en este campo siempre será mejorar la calidad de vida de quienes transiten en los espacios creados por él, pero también reducir el daño ambiental que genera cualquier tipo de construcción.

“Todos quisiéramos vivir en una casa que se adapte a nosotros”, asegura Gerardo Velázquez en su oficina de la Ibero. “Yo solía vivir en una casa que era muy fría en invierno y muy calurosa en verano y puede llegar a ser algo realmente molesto. Nosotros hacemos bioclimática combinando los principios básicos de la arquitectura con un estudio de las condiciones climáticas del lugar, para crear edificios que son un todo y que funciona en equilibrio con el ambiente que los rodea y con sus habitantes”, dice.

La construcción como un todo

Aunque la parte más apasionante para cualquier arquitecto son los primeros trazos para el diseño de su edificio, para un experto bioclimático existe todo un proceso que se debe seguir y muchos factores que se deben considerar antes de pensar trazar cualquier línea. A esta labor previa la denominan análisis de sitio y consiste en hacer un estudio completo de la zona en la que se espera construir el edificio.

“Nosotros dividimos el análisis de sitio en medio natural, artificial y sociocultural. En el natural se analizan todos los factores que influirán en el edificio, tales como el clima, los asoleamientos y fuerza de los vientos, entre otros. Después hacemos el estudio artificial, donde tomamos en cuenta si es zona rural o urbana, qué servicios tiene cerca o qué tipo de vialidades conectan al lugar, y por último revisamos lo que tiene que ver con la cultura, con las costumbres y con el espíritu del lugar”, explica Gerardo.

Después de hacer estos análisis se realizan otros tipos de estudios que considera al usuario que habitará el edificio. Velázquez explica que esta parte también es fundamental antes de empezar el diseño del edificio: “Para nosotros lo más importante siempre será el confort del usuario. Hacer un análisis de la cultura de la zona y después del futuro habitante, nos permite generar espacios que se adapten completamente a sus necesidades”.

Para esto, los arquitectos bioclimáticos necesitan saber cómo son quienes habitarán su edificio, hacer un programa de necesidades, diagramas de funcionamiento, saber qué aspectos deben estar conectados para que el lugar funcione con armonía, entonces, sólo después de saber qué necesita el usuario para tener una experiencia óptima, un bioclimático crea un concepto, una estética y comienza la planeación de la obra. “Eso es todo lo que yo hago antes de empezar a crear un edificio, no tiro ningún trazo sin haber realizado ese proceso”, expone el experto.

Por poner un ejemplo, el arquitecto explica: “Si sabemos que quien va a habitar la construcción es alguien que pasará más tiempo por la tarde, entonces hacemos que la casa sea más acogedora a esa hora del día, y si es alguien que haga actividad física buscamos que la temperatura sea fresca. Si es pintor, que le entre mucha luz del norte, que es más pareja y adecuada para esa actividad”, comenta.

Además de generar proyectos enteros basados en los principios de la bioclimática, los arquitectos especialistas en esta rama se han convertido en auxiliares de otros profesionistas que no tienen tanta experiencia en el tema.

“Está creciendo mucho la demanda de asesorías de arquitectos bioclimáticos. Muchas veces somos contratados por otros a quienes sus clientes les piden un edificio verde, pero sin realizar mucha inversión en tecnología sustentable, y su mejor opción es la bioclimática, pero no saben mucho al respecto porque no era común que lo enseñaran en las licenciaturas, contratan especialistas para asesorar sus proyectos”, cuenta este experto que ha brindado apoyo a proyectos en México y en el extranjero.

Pese a tener esta opción de trabajo, Gerardo asegura que prefiere hacer todo el diseño de los proyectos que dar asesorías a otros arquitectos, porque entonces corre el riesgo de chocar con el ego de sus colegas: “En esta profesión hay egos muy grandes y la mayoría de los arquitectos tienen una formación en la que lo más importante es la estética del proyecto. Cuando a veces les tratas de decir que la estética que está planeando no creará una buena experiencia para sus habitantes, se molestan. Muchos sólo quieren construir su edificio bonito, sin considerar a quienes estarán en él”, afirma.

“Pero la bioclimática no está peleada con la estética”, asegura Velázquez. “Ambas pueden complementarse, es sólo que la estética debe ir en función del confort y nunca al revés: si yo escojo cierta forma, ciertos materiales, cierta orientación para mi edificio, tiene que ser porque eso será mejor para quienes vivan en él, no sólo porque se vea bien”.

Más allá de la arquitectura

La aplicación de la bioclimática en construcciones mexicanas es relativamente nueva. A finales de los 90, cuando Velázquez terminaba su carrera como arquitecto, esto era algo que no se vislumbraba en el horizonte. Recién egresado y con muchas inquietudes por delante, decidió viajar hasta otro continente en busca del conocimiento que sentía le hacía falta para ser un arquitecto completo.

“En ese entonces nadie hablaba de estos temas, pero hubo un maestro que nos comentó sobre utilizar recursos de la naturaleza para crear construcciones agradables para los usuarios. Como en esos años existían pocas opciones en México me fui a Reino Unido, a la universidad de Cardiff, a cursar la maestría en Diseño Medioambiental de Edificios, ahí tenían el cielo artificial más grande de cualquier universidad del mundo y te enseñaban a construir tomando en cuenta la posición del sol”, platica.

Durante su estancia en Europa, Velázquez entendió que la capital tiene las condiciones ideales para generar proyectos bioclimáticos y que ese potencial se está desaprovechando. “En la Ciudad de México tenemos uno de los mejores climas del mundo, se tienen todas las condiciones para que sus edificios sean totalmente bioclimáticos, pero menos de 1% usan este sistema, lo que genera incrementos en los costos de luz y emisiones de CO2 al ambiente. Estamos gastando recursos de forma innecesaria”, afirma.

Gerardo explica algo a considerar: el hecho de que en la Ciudad de México se podría eliminar el uso de calefactores o sistemas de aire acondicionado tan sólo usando bioclimática. Esto representaría una reducción muy importante (me comentó que el dato de 40% no era tan preciso) de las emisiones de CO2 a la atmósfera, pero aún hay quien le ponen trabas a este sistema.

“En México, uno de los agentes con los que más tropiezos tenemos, es con los desarrolladores, puesto que todo lo ven en función del dinero. Cuando planteas un proyecto bioclimático, la pregunta inmediata siempre es: ‘¿Y eso cuánto me va a costar?, ¿cuál es la ventaja inmediata?’, y cuando ven que no es un beneficio inmediato te rechazan la propuesta. No se dan cuenta que se trata de una ganancia a largo plazo tanto para ellos como para el planeta”, afirma Gerardo Velázquez, quien ha ganado importantes premios de arquitectura sustentable a nivel mundial.

Por otro lado, la bioclimática representa no sólo ciudades más sanas, sino personas más sanas: “Existe algo que se conoce como el Síndrome del Edificio Enfermo, y se refiere a inmuebles que enferman a quienes los habitan debido a las condiciones que se generan dentro de él”, explica Velázquez.

Hay personas que tienen enfermedades respiratorias, de la piel o alergias de las cuales no pueden encontrar la causa, y ésta puede estar en una construcción cuyo mal diseño provoque enfermedades en quienes los habitan.

“Son muchos los factores que no se consideran al momento de diseñar un edificio y que pueden enfermar a los usuarios: el uso de aire acondicionado en un lugar que quizá no lo necesita, el hecho de que sea un sitio encerrado y que se concentre el CO2 que las personas generamos al respirar, materiales que concentren el calor y eleven mucho la temperatura del cuerpo, por mencionar algunos”, explica el también profesor.

El sueño de este arquitecto es poder diseñar su propia casa. La imagina como un lugar amplio, con muchas entradas de luz y lleno de vegetación. Le pone triste que la ciudad se haya convertido en una jaula de concreto y asegura que para él es muy importante estar rodeado de naturaleza.

Cuando le pregunto si considera que la bioclimática es el futuro de la arquitectura, Gerardo Velázquez responde de forma segura: “Yo no me iría tan lejos, no diría que es el futuro, pienso que debe ser el presente. Espero que algún día todas las construcciones de la ciudad sean bioclimáticas, que todos los arquitectos conozcan desde la carrera sobre este enfoque y que el planeta sea el más beneficiado”, concluye.

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