El estreno del presidente Donald Trump en Europa debería servir para reparar los daños provocados por los ataques lanzados en contra de sus aliados cuando era candidato republicano.

Sin embargo, ante el volátil temperamento del mandatario y el momento caótico que vive la Casa Blanca, es probable que las cumbres de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, día 25), y el G7 (los días 25 y 26) terminen propiciando un mayor distanciamiento en los ámbitos de defensa, comercio, cambio climático y los nexos con Rusia.

“Debido a que Trump es impredecible, hay dos escenarios posibles. El primero, el deseado por la mayoría de los republicanos y el personal de planta de la Casa Blanca, que se mantenga dentro del guión presidencial, que sea amable, se limite al discurso establecido y evite problemas”, dice a EL UNIVERSAL Ruud Janssens, profesor de asuntos estadounidenses de la Universidad de Ámsterdam.

“El otro, que opte por la improvisación, con el riesgo de complicar aún más las relaciones y generar nuevos conflictos en lugar de resolver los pendientes” continúa.

Para el catedrático, es muy probable que prevalezca la segunda opción. Afirma que Trump no entiende cómo opera la diplomacia internacional, desconoce el funcionamiento de la OTAN y necesita desviar la atención de la cadena de escándalos acumulados desde el 20 de enero que juró su cargo.

“Las relaciones con la UE y la OTAN figuran en segundo plano en esta gira. En este momento Trump necesita posicionarse en la prensa estadounidense con reseñas positivas luego del despido del director del Buró Federal de Investigaciones [FBI] las filtraciones de inteligencia [sobre el Estado Islámico] y el intento de obstruir la investigación del FBI sobre la supuesta injerencia rusa en los comicios presidenciales”, dice.

“Todos son escándalos sobre los que hablan los estadounidenses en un contexto de posible destitución. La incógnita es ¿cómo piensa que puede lograr ese objetivo? Sabe que a sus seguidores les gusta cuando confronta líderes extranjeros. Así que puede ser la vía para desviar la atención de los problemas causados en casa”, indica.

Son múltiples los expedientes en los que hay divergencias y que pueden salir a relucir en Sicilia y Bruselas. Trump llamó a la OTAN “obsoleta” durante la campaña electoral y una vez presidente dijo que ya no lo era. Janssens afirma que “el factor sorpresa” sigue en el aire, pues recuerda, citando a la cadena NBC, que cambió de opinión durante la campaña 141 veces sobre 23 temas clave.

Otros temas potencialmente conflictivos son la cercanía de Trump con Moscú, que inquieta por su presencia en Ucrania y los países Bálticos; su queja reiterada por el incumplimiento de los acuerdos financieros de la OTAN —de los 28 socios sólo Estados Unidos, Grecia, Estonia, Reino Unido y Polonia cumplen con la meta de gastar 2% del PIB en sus fuerzas armadas— y su propuesta de involucrar a la Alianza en la cacería de terroristas.

Con la UE Trump ha chocado por su enfoque comercial de “EU primero” y su antieuropeísmo. Apoyó el Brexit y durante las presidenciales francesas simpatizó con la idea de la salida de Francia de la Unión, postura que favorecía al partido xenófobo de Marine Le Pen.

A nivel político también hay tensión. Con distintos líderes europeos tiene problemas, entre ellos la canciller alemana Angela Merkel, mientras que con el europeísta presidente francés Emmanuel Macron ya inició mal.

“Trump cree en la confrontación, le funcionó como hombre de negocios para obtener los mejores acuerdos al precio más bajo, pero es difícil descifrar, desde su perspectiva, cuál es el beneficio del conflicto en las relaciones internacionales, en donde es fundamental la confianza y la certidumbre, especialmente entre aliados”. “El riesgo de que la relación con la OTAN y la UE se complique aún más está allí”, puntualiza Janssens.

Por su informalidad y ambiente jovial, las reuniones del club de los siete países más industrializados del planeta se han caracterizado, desde su arranque, por ser una plataforma que permite a los líderes mundiales “brillar” en la arena internacional.

Claudia Schmucker, responsable del programa sobre globalización del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP por sus siglas en alemán), sostiene que Trump tratará de aprovechar el foro para dar una buena impresión y presentarse como el hombre que puede conseguir los acuerdos en el G7. “Pero la realidad es que tiene una visión contraria sobre comercio con relación al resto de los miembros del G7, por lo que no habrá grandes compromisos”, dice a este diario. “Están explorando áreas en donde hay cierto grado de consenso, como desigualdad y comercio digital, para alcanzar algún tipo de acuerdo y no irse con las manos vacías”.

Para la experta alemana, la cumbre denotará hasta dónde Trump ha entendido que no puede hacer su voluntad en el tablero multilateral, como elevar barreras arancelarias unilateralmente. “Hay la expectativa de que se muestre constructivo durante la reunión, pero debido a que su mayor distintivo es ser impredecible, hay miedo sobre lo que pueda hacer o decir”.

Trump adelantó que tras participar en el G7 tomará la decisión sobre los compromisos asumidos por EU en el acuerdo climático de París. “La decisión ya está tomada, ni siquiera quiere escuchar la palabra verde en ninguna de las declaraciones”, dice Schmucker.

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