Buenos Aires.— El zoológico del Parque Metropolitano de Santiago de Chile vivió el 21 de mayo una historia inédita en sus más de 90 años de existencia cuando Franco Ferrada, un joven de 20 años, se metió en el recinto de los leones, con ánimos de servir como comida y suicidarse. El drama terminó con dos de los leones muertos y Ferrada, en el hospital.

“Matarlos fue muy grave”, señala Emili Sepúlveda, coordinadora del Movimiento Animalista Alza Tu Voz, a EL UNIVERSAL. “Esos dos leones iban a ser enviados a un santuario natural: era un compromiso por parte del zoológico, pero no se cumplió”. Mauricio Fabry, director del zoológico, argumenta que se cumplió el protocolo porque había una vida humana en peligro.

Este caso reavivó una discusión que en estos momentos atraviesa la región: ¿qué hacer con los zoológicos? Las respuestas son varias. Hay zoológicos privatizándose, pero también estatizándose y en todos los casos se buscan nuevos modelos.

“La actuación de los zoológicos en el mundo viene pasando por una transformación grande en lo que respecta a la preocupación sobre la manutención y supervivencia de los animales en cautiverio, el bienestar animal y la conservación de las especies y del medio ambiente”, afirma Gladstone Correa de Araújo, director del zoológico de Belo Horizonte, a este diario. Pero los proteccionistas no están de acuerdo con la utilidad de los zoológicos: piden el fin de su era.

En Buenos Aires, el zoo más antiguo de Latinoamérica, fundado en 1875, acaba de ser estatizado luego de 25 años de privatización: se convirtió en un ecoparque con el bienestar animal como primera preocupación.

“Hay que derivar a los animales a santuarios naturales y los que no pueden ser trasladados porque tienen varios años o alguna cuestión sanitaria, deben recibir mejores condiciones de vida hasta que termine su ciclo biológico, sin reproducirse”, dice Javier Goldstein, vocero de la Fundación Banco de Bosques, que forma parte de la Comisión Técnico Ambiental para la Transformación del Zoológico de Buenos Aires, a EL UNIVERSAL.

Otro zoológico clásico de Sudamérica es el de Río de Janeiro, que este año pasó tres meses cerrado por las malas condiciones de infraestructura. Este zoológico fue fundado en 1888 y desde 1985 ha sido administrado por la Fundação Jardim Zoológico da Ciudade do Rio de Janeiro, ligada a la municipalidad. Pero hay un proceso de privatización en marcha. La empresa ganadora de la licitación deberá invertir unos 18.5 millones de dólares para crear áreas más grandes para los animales y recintos temáticos para primates, aves, reptiles, anfibios e insectos; dentro del plan de negocios, también hay un área para nuevas tiendas y restaurantes.

El zoológico de Belo Horizonte, otro parque de referencia en Brasil, es administrado por una fundación que depende del gobierno municipal. “Actualmente, los zoológicos tienen un papel importante en contribuir al cambio de postura del ser humano en relación a la naturaleza, y a partir de su trabajo podemos encontrar formas más cooperativas de convivencia con los animales”, señala Gladstone. El parque tiene 3 mil 800 animales de 250 especies, y un programa de enriquecimiento ambiental con actividades diarias.

El zoológico Vesty Pacos de La Paz sigue un modelo diferente: 99% de la fauna que habita en sus 22 hectáreas (500 animales de 70 especies) es autóctona. “Hasta ahora hemos sido más proteccionistas que conservacionistas”, admite el veterinario Fidel Fernández Anagua.

El zoológico de Cali, en Colombia, fundado en 1969, consiguió en marzo de este año la acreditación de la Asociación de Zoológicos y Acuarios (la AZA, de Estados Unidos, que es la más importante del campo), que reconoce los altos estándares de manejo y cuidado de animales de los parques de biodiversidad. En este parque se reproducen especies como el Cóndor de los Andes, en peligro de extinción.

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