Los miembros del G-7 presentarán un plan de acción contra el terrorismo, una estrategia para reactivar la economía y medidas enérgicas contra los ciberataques en la cumbre de jefes de Estado y de gobierno que se celebrará este jueves y viernes en esta localidad japonesa.

El grupo —formado por Estados Unidos, Canadá, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia, que representan 40% de la economía mundial— abordará la débil coyuntura económica mundial, aspecto en el que Japón quiere poner el acento en los conflictos en Siria y Ucrania, la crisis de refugiados en Europa, la protección medioambiental y la lucha contra las epidemias.

El plan de acción contra el terrorismo y la violencia extremista se adoptará hoy. Con él se quiere cortar la financiación a los terroristas y limitar sus posibilidades de movimiento y su acceso a armamento.

También se intensificará la actuación contra los ciberataques protagonizados por países, organismos terroristas o hackers individuales, informó el diario Yomiuri Shimbun. Se quiere lograr que el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas se apliquen también a los ataques a través de internet. De esa forma, los Estados podrían invocar el derecho de defensa propia y emplear la violencia contra los atacantes.

Según las informaciones, el G7 también se mostrará en contra de las restricciones a internet que imponen países como China o Rusia, aunque lo hará de forma indirecta, destacando su defensa del libre flujo de informaciones y su rechazo a las “limitaciones a la transferencia de datos transfronteriza”.

En cuanto a la economía, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, quiere pedir estímulos coordinados para impulsar la economía mundial. Sin embargo, no parece fácil que vaya a lograr consenso, ya que la canciller alemana, Angela Merkel, se opone a esa idea.

“Queremos enviar el mensaje claro y contundente de que el G7 puede responder ante cualquier coyuntura y contribuir a liderar un crecimiento estable de la economía mundial”, afirmó Abe ante los medios.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha apoyado la petición de Abe de un mayor gasto de los gobiernos para impulsar la economía, afirmó la agencia Jiji Press. Según Juncker, Italia, que presidirá el G7 el próximo año, “está a favor de insuflar más estímulos en el sistema”.

La divergencia entre las políticas económicas de cada país dificulta la aprobación de una hoja de ruta común, por lo que es más probable que se adopte una declaración general que apostará por el uso de medidas fiscales, estructurales y monetarias a disposición de cada Estado y en función de su situación particular.

Japón, EU y Canadá, por un lado, son partidarios de poner en marcha más estímulos fiscales e incrementar el gasto público como palancas de crecimiento, mientras que el frente detractor lo lidera Alemania, partidaria de una mayor disciplina presupuestaria.

Los líderes también aspiran a adoptar un plan de acción contra la corrupción y la evasión fiscal.

Asimismo, se espera que el primer ministro británico, David Cameron, exponga a sus homólogos la situación en este país cuando se aproxima el referéndum sobre su permanencia en la Unión Europea, ante la inquietud por las posibles consecuencias económicas globales que tendría un resultado positivo en la consulta del 23 de junio.

El G7 además quiere mejorar y acelerar la reacción internacional a las pandemias, sobre todo después de la mala experiencia del brote de ébola en África Occidental. El G7 también llama a la financiación del planeado Fondo de Emergencia (CFE) y saluda el fondo para luchar contra las pandemias (PEF) que pretende instaurar el Banco Mundial (BM) junto con aseguradoras privadas. Las organizaciones humanitarias exigen a los países ricos más esfuerzos en la lucha contra la pobreza y el hambre. A nivel mundial hay 805 millones de personas que no tienen suficiente alimento como para llevar una vida sana y activa. Cada año mueren 3.1 millones de niños por la escasez de alimentos, alertó la organización Global Citizen.

La cumbre, que se celebrará a unos 300 kilómetros al suroeste de Tokio, contará con un despliegue de 23 mil policías. Rusia volverá a estar ausente, ya que fue expulsada del G7 en 2014 tras la anexión de Crimea.

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