Cada año las mariposas monarca recorren miles de kilómetros a través de Estados Unidos y Canadá para llegar al estado de Michoacán (México) donde pasan el invierno. Realizan una de las migraciones más largas del planeta. Un viaje de ida y vuelta en el que llegan a recorrer 8 mil kilómetros a una media de 120 kilómetros al día. Su llegada al estado mexicano marca el inicio de la cosecha y siembra del maíz, un alimento básico en la dieta de la población mexicana. Este año, sin embargo, las mariposas han llegado más tarde que nunca. Y muchas menos que el año pasado. Y es que en los últimos 20 años han desaparecido 170 millones de Monarcas. La tala de árboles, la sequía, los huracanes, las plagas y el uso de pesticidas han sido algunas de las causas de su desaparición. Pero también el cambio climático.

Hoy lunes ha comenzado en París, una ciudad que todavía se recupera de los brutales atentados terroristas de hace unos días que acabaron con la vida de 130 personas, la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático. Hasta allí han llegado unos 150 jefes de Estado y de Gobierno y representantes de más de 180 países, que en conjunto representan el 90 por ciento de las emisiones, para lograr un acuerdo que comprometa a todos a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y así evitar que aumente 2 grados la temperatura de la tierra hasta el año 2100. Cada año hace más calor (este 2015 ha sido el más caluroso desde que se tienen registros, más incluso que en el 2014), llueve menos, nieva menos, hay más sequías pero también más inundaciones, se producen efectos meteorológicos extremos, cascadas de hielo desaparecen, lagos y lagunas se secan, hay más incendios, muchas especies de animales se han extinguido y el número total de animales ha descendido un 50 por ciento en los últimos 40 años, según el Fondo Mundial para la Naturaleza. Y todo ello como consecuencia del cambio climático.

Pese a las alertas en estos últimos años los ciudadanos han seguido aumentando la emisión de gases de efecto invernadero a través de la generación de la industria, la energía, el transporte y la agricultura. Y se calcula que en el 2020 el volumen se habrá duplicado con respecto a 1970. Por eso es necesario tomar medidas.

El presidente de Francia, el socialista Francois Hollande, anfitrión de la cumbre, se ha propuesto lograr un acuerdo global de todos los países para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Quiere que sea un acuerdo ambicioso y de obligado cumplimiento y no de mínimos, como ha ocurrido en ocasiones anteriores. Pero para lograrlo hay varios escollos. Los principales tienen nombre propio y se llaman China y Estados Unidos, que son también el primer y el segundo país más contaminantes del mundo. Ambos hace un año anunciaron de manera conjunta sus compromisos climáticos pero no están de acuerdo, como propone la UE, que sólo representa el 10 por ciento de las emisiones mundiales, a que el acuerdo alcanzado sea vinculante y revisable al alza cada 5 o 10 años. En el caso de Estados Unidos, que se opuso a ratificar el Protocolo de Kioto (Japón) en 1997 por esta obligación legal, no quiere que sea un acuerdo vinculante porque lo tendría que refrendar el Senado de mayoría republicana.

Otro escollo es la financiación. La mayoría de los países, con excepciones como Venezuela y Nicaragua, han presentado planes para reducir sus emisiones. La Unión Europea (UE) que acude como bloque, se ha comprometido a reducir su contaminación en un 20 por ciento hasta el año 2020 y en un 30 por ciento hasta el 2040. En el caso de Colombia y la India, también se han comprometido a rebajar sus emisiones, pero a cambio de recibir una financiación extra. En el caso de India, que es responsable del 10 por ciento de las emisiones mundiales, ha pedido unos 200 mil millones de dólares a cambio de poner en marcha el plan que ha presentado. Así que la pregunta es quién pondrá los 100 mil millones de euros que el Fondo Verde necesita a partir del año 2020. Se ha propuesto que lo aporte todo aquel que pueda según sus capacidades, lo que no parece muy efectivo. Pero esos no son los únicos escollos. Tampoco los países se ponen de acuerdo en cuanto a la verificación y al grado de implicación jurídica del acuerdo.

El 11 de diciembre deberá estar preparado el primer acuerdo global contra el cambio climático y firmado por todos los países. Es necesario que los gobiernos tomen medidas. Pero también los ciudadanos deben concienciarse de la situación y modificar sus rutinas. Utilizar la bicicleta o el transporte público, comprar focos de bajo consumo, apagar los dispositivos electrónicos cuando no se estén usando, usar menos agua caliente al ducharse, reciclar, lavar la ropa con agua fría o tibia y plantar árboles son algunas de las cosas que se pueden hace cada día. El calentamiento global no es ciencia ficción ni algo que preocupe sólo a ecologistas radicales ni hay que verlo como algo que habrá que cambiar en un futuro muy lejano. Está ahí y sus consecuencias pueden ser desastrosas. El clima debe ser un aliado y no una amenaza. El planeta es lo único que tenemos y hay que cuidarlo. Los ciudadanos no podemos esperar. Los gobernantes tampoco.

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