Jerusalén

La creciente intolerancia en cierto sector de la ciudadanía israelí se manifiesta, entre otras vías, en las numerosas críticas, algunas de ellas virulentas, que ha estado recibiendo el presidente del Estado, Reuven Rivlin. Los términos categóricos con los que ha optado por condenar el reciente atentado en el que fue asesinado un bebé palestino —y que se estima habría sido perpetrado por extremistas judíos— desencadenaron insultos y vituperios contra el ciudadano número uno, que encendieron luces rojas en la policía de Israel.

El propio personal de seguridad de Beit Hanasí —la residencia oficial del presidente— se dirigió a la policía para investigar las expresiones publicadas en las redes sociales, entre ellas palabras como “traidor, presidente de los árabes, tu fin será peor que el de Ariel Sharon”. Y todo ello, acompañado de una foto montada en Facebook, en la que aparece Rivlin con la cabeza cubierta con la típica kefía árabe. “Siento que prestan más atención, pero por ahora no me han dicho que hay lugares a los que no puedo ir”, respondió Rivlin al periodista israelí Najum Barnea, en una entrevista publicada en Yediot Ajronot ayer.

El reportaje había sido solicitado porque hace pocos días se cumplió un año desde que asumió la presidencia, e inevitablemente, la conversación estuvo marcada por los últimos sucesos y el odio manifestado por extremistas contra Rivlin en las redes sociales.

“Yo no pienso cambiar de rumbo o de tono, ni dejarme amedrentar, bajo ningún concepto”, aclaró, y dijo no tener miedo. Puso énfasis en que los extremistas en la derecha radical constituyen un peligro para el país todo y en que son una minoría que no representa a la derecha democrática, pero amenaza con quemarla también. “Esa gente no acepta que se piense diferente que ellos, que se discrepe, y eso es un peligro”, recalcó.

Rivlin adoptó siempre una línea defensora del diálogo por la paz, contra la violencia y la discriminación. Es un férreo defensor de la igualdad para todos los ciudadanos y de la idea del mutuo respeto aun en medio de las diferencias. Por eso también adoptó un tono firme y contundente a raíz del crimen de odio en la marcha del Orgullo Gay en Jerusalén, horas antes del atentado en la aldea palestina, dos tipos diferentes de violencia pero con el común denominador de la intolerancia y el extremismo.

Y a raíz del atentado en la aldea Duma, no se limitó a las palabras. El viernes, horas después de saberse lo ocurrido, fue al hospital a visitar al hermano de 4 años del bebé asesinado. Y en su página de Facebook escribió en árabe y hebreo: “Más que vergüenza, siento dolor. Dolor por el asesinato de un bebé pequeño. Dolor por el hecho de que hijos de mi pueblo eligieron el camino del terrorismo y perdieron su condición humana. Su camino no es el mío. Sus caminos no son los nuestros. Para mi profundo pesar, parecería que hasta ahora nos hemos ocupado de forma demasiado blanda del problema del terrorismo judío”.

Casi de inmediato, apareció una nueva página en Facebook exhortando a defenestrar a Rivlin de su cargo. Una de las participantes le deseó que “termine peor que Ariel Sharon”, en referencia al ex primer ministro que sucumbió a un intenso infarto cerebral y falleció años después. Y otro agregó: “Rezo para que surja otro Igal Amir (el asesino del premier Itzjak Rabin) y lo limpien a usted y los árabes de nuestro Estado judío, que tenga duras enfermedades y todos los males, porque usted ha vendido su alma al diablo”.

Algunos criticaron en forma puntual el que haya dicho “hijos de mi pueblo optaron por el camino del terrorismo”, en lugar de especificar que son muy pocos los que lo han hecho, opinando que no es digno de la responsabilidad de su investidura algo que puede sonar como una generalización tan amplia. Otros prefirieron sugerirle convertirse al islam. Najum Barnea le preguntó al respecto y Rivlin aclaró: “Si no lo condenamos todos, tendremos parte de la culpa”.

Uno de los aspectos más singulares de esta situación es que Rivlin está lejos de ser una “paloma” en términos políticos. Es ineludible recordarlo, al ver que recibe críticas de gente de derecha, en términos muy similares a los que recibió el premier laborista Itzjak Rabin en su momento, o los que recibió en infinitas oportunidades Shimon Peres, identificado con el diálogo con los palestinos.

Reuven Rubi Rivlin es hijo del partido Jerut de Menajem Beguin, la base del bloque Likud. Fue presidente del Parlamento por el apoyo del Likud, que fue su partido hasta que, por ser electo como presidente de Israel, tuvo que dimitir a su escaño parlamentario. Años atrás, en una entrevista que concedió a esta corresponsal en su despacho como presidente de la Knesset, dejó en claro una combinación tajante entre lo que para él no eran concepciones de mundo contradictorias, sino complementarias: su oposición firme a la división de la tierra de Israel y la creación de un Estado palestino independiente, y su defensa férrea de la igualdad entre todos los ciudadanos y la posibilidad de vivir en paz y mutuo respeto.

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