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Constantes paradas de los microbuses, carros estacionados o que giran sin que los conductores vean sus costados y además la imprudencia de los peatones, es lo que un ciclista tiene que enfrentar cada día en su camino sobre la ciclovía Chapultepec.

Esta red tiene una longitud de 9.4 kilómetros; inicia en la calle 20 de Noviembre en el Centro Histórico hasta las inmediaciones del metro Chapultepec, pero hay lugares en donde es imposible circular en dos ruedas y se tienen que buscar vías alternas.

Durante un recorrido realizado por EL UNIVERSAL se observó que algunas de las intercepciones que cruzan esta red son totalmente inseguras para el tránsito de los ciclistas.

Desde el punto de partida, en Izazaga y 20 de noviembre, el conductor de bicicleta tiene que estar al pendiente de todo lo que se le pueda atravesar y al contar con un carril compartido además tiene que esquivar a los usuarios del transporte público que esperan la unidad en medio del carril.

No obstante a lo anterior, también enfrentan a otro problema: el cruce de vehículos que intentan llegar al primer cuadro de la ciudad, pues aunque haya presencia de policías de tránsito, éstos cruzan intentando ganarle a la luz roja del semáforo, mientras que otros que dan vuelta impiden el paso libre para los ciclistas.

En el Eje Central Lázaro Cárdenas, uno de los puntos rojos de los accidentes de esta ruta, es que los vehículos no reconocen la presencia de los ciclistas, aunque también uno que otro pedalista busca la forma para pasar entre ellos, poniendo en juego su vida.

Además de la presencia del carril compartido, se agrega el camellón como parte de la ciclovía; sin embargo, muy pocos la utilizan, por lo que los transeúntes son los que aprovechan ese espacio. “Pasan”, se escucha cada que un ciclista intenta avanzar sobre este carril, pero la mayoría hace caso omiso y mejor los pedalistas buscan la forma de esquivarlos.

A pesar de estar señalada como ciclopista y que el Reglamento de Tránsito Metropolitano indica como obligación conceder el paso a ciclistas y peatones, hay microbuses que no sólo avientan el vehículo a las personas, sino que utilizan el camellón para aventajar el paso.

En la esquina con Luis Moya, donde se adecuó la ciclovía y aun así es una zona conflictiva para los conductores de bicicletas, los microbuseros se suben a la acera sin que nadie se los impida y avanzan sin preocuparse por la presencia de ciclistas.

“No hay educación vial por parte de los conductores, ni ciclistas, ni peatones, pero los microbuseros son peor, porque con tal de ganar el pasaje no se fijan a quien afectan”, dijo Jesús Mezquital, de la agrupación Biciraptors.

En el cruce con Balderas, donde pasa el Metrobús y es una zona conflictiva para los peatones, en los ciclistas aumenta el peligro debido a que los conductores no miden la distancia del espacio de los ciclistas.

“Aquí han pasado muchos accidentes de los jovencitos que vienen en bicicleta, los carros los avientan y ni se detienen para ver qué les pasó”, dijo Esther, quien vende dulces en las afueras del metro Balderas.

En el mapa de Ecobici se indica que en la incorporación con avenida Chapultepec la oportunidad para avanzar mejora, aunque los ciclistas tienen que desviarse alargando el tiempo de camino, pero la Secretaría del Medio Ambiente de la ciudad de México dice que el paso no debe de tener ninguna desviación, debe ser igual.

Organizaciones de ciclistas exhortan a los conductores de dos ruedas a hacerse visibles cuando circulen en las vialidades y tener protección que pueda salvarles la vida, aun cuando estos no son obligatorios.

“Lo más importante para los ciclistas es hacerse visible, usar chalecos reflejantes, algunas bandas, luces en la noche para que los automóviles puedan vernos y eso aplica también para los motociclistas, esto reduce los accidentes”, indicó Monserrat Narváez de la asociación México Previene.

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