Durante los últimos diez años el mundo ha experimentado un  cambio  tecnológico acelerado, el cual ha representado tanto oportunidades como desafíos tanto en los niveles más altos de la innovación como en los aspectos más básicos de la vida cotidiana. Estas tecnologías se refieren a la inteligencia artificial, la biotecnología, el blockchain, la robótica y la nanotecnología. Resulta imperativo estudiar sus implicaciones en las economías de los países, en el desarrollo social y en el medio ambiente.

Por ello, el Gobierno de México considera apremiante desarrollar capacidades de exploración y de continuo análisis sobre el avance tecnológico que se experimenta, tanto a nivel nacional, regional y global. Esto está expresado en el Plan Nacional de Desarrollo, donde se destaca la necesidad de apelar al multilateralismo para responder a los retos globales (que también son nacionales) viendo en los avances tecnológicos la posibilidad de lograr un desarrollo con rostro humano, capaz de llevar soluciones y bienestar a la población.

En concreto en el escenario internacional, México ha llevado a la atención de la comunidad internacional la importancia de analizar los impactos del cambio tecnológico exponencial y en particular, de la inteligencia artificial. Durante el segundo Foro de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo Sostenible (STI Forum) en mayo de 2017, en ciudad de Nueva York, México convocó a un ‘Grupo Núcleo’ integrado por 34 países, para analizar el impacto del cambio tecnológico exponencial en el desarrollo sostenible. El resultado fue una primera resolución diseñada por México y adoptada por consenso en el Plenario de la Asamblea General de la ONU (diciembre 2017), que llama a discutir el impacto del cambio tecnológico exponencial sobre la realización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, en los diferentes foros relevantes de este organismo.

Pero fue una segunda resolución sobre cambio tecnológico exponencial, igual impulsada por México y aprobada por consenso en noviembre de 2018, la que tuvo mayores alcances. Primero, logró ampliar el enfoque en los ODS a sus 169 metas y segundo, hizo un llamado a que exista una coordinación entre el STI Forum (abierto a actores no gubernamentales) que sesiona en Nueva York, y la Comisión de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CSTD, por sus siglas en inglés, y abierta sólo a gobiernos) que sesiona en Ginebra, lo que hasta ahora no ocurre. Finalmente, se instó a que este tema se revise en el siguiente ciclo de instrumentación de la Agenda 2030 que será en la siguiente Asamblea General de ONU, con una discusión de alto nivel técnico; la delegación mexicana busca que esto se dé cada dos años. Esto último es importante, ya que existen resistencias entre algunos países para discutir el asunto, por considerarlo una cuestión de seguridad nacional.

Para el Gobierno de México es muy importante que estas discusiones sobre el cambio tecnológico exponencial se den en los foros multilaterales, tanto por las recomendaciones que emiten como por los hallazgos que ahí se comparten. Al interior del país, esto le sirve al gobierno para invertir en la investigación y el desarrollo de mejores tecnologías para los grandes proyectos planeados y, además, someterlos a normas internacionales. Es decir que la cooperación internacional representa un aval para el país en el uso de nuevas tecnologías.

Entre las grandes obras del gobierno federal que seguramente requerirá de una discusión profunda sobre las tecnologías a emplear, está el Tren Maya. O en el caso de la Guardia Nacional, sería conveniente la implementación de mayor infraestructura de redes así como de plataformas de software e inteligencia artificial, para que ésta opere con gran efectividad en la procuración de paz. Mientras que para la refinería de Dos Bocas, el Instituto Mexicano del Petróleo ya analiza las tecnologías de ingeniería para su operación.

Es irrefutable entonces que el progreso tecnológico se ha acelerado y que será el factor más importante para el crecimiento económico y mejore las condiciones de vida de las personas. Sin embargo, el cambio tecnológico también puede incrementar las desigualdades dentro y entre los países, con efectos negativos especialmente para los grupos vulnerables. Por ello, resulta necesario que en el concierto de naciones se discutan todas las aristas que el avance tecnológico conlleva, y es importante reconocer que México ha mostrado iniciativa para hacerlo.


Subsecretaria para Asuntos
Multilaterales y Derechos Humanos
de la SRE

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