Durante cuarenta años, un prestigioso diario alemán —de Alemania del Oeste— se negó a mencionar a Alemania del Este por su nombre, a saber, República Democrática Alemana: ponía entre comillas el acrónimo “RDA” (en alemán DDR) para señalar que no tardaría en desaparecer y que no era más que la “dizque república democrática alemana”. Un buen día del verano de 1989, la redacción del periódico decidió que se habían equivocado, que la RDA ya estaba consolidada y que había que quitar las comillas. ¡Pácatela! Poco después cae, de manera inesperada, imprevista, el Muro de Berlín, y desaparece la RDA en la unión de las dos Alemanias.

El final de la URSS, otra implosión no violenta, agarró a todo el mundo por sorpresa. Se vale hablar de una incapacidad colectiva al prever el futuro, no para criticar a los analistas, a los especialistas, sino para decir que el año 2019 puede reservarnos grandes sorpresas, malas o buenas, buenas y malas. De varios conflictos en curso, por desgracia, es previsible que van a durar: en África, Yemen, el Medio Oriente. El 10 de octubre de 1990, Le Monde anunciaba a ocho columnas: “La matanza de Jerusalén da argumentos a los partidarios de un reglamento global en el Medio Oriente. La represión por Israel del levantamiento palestino y la crisis del Golfo”. Nada nuevo, por desgracia, treinta años después. El prestigioso André Fontaine, en la misma primera plana, evocaba “un polvorín rodeado de pozos de petróleo, con cerillos por todos lados…”.

El viejo zorro Henry Kissinger explicó en el Financial Times del 21 de julio que “nos encontramos en un periodo muy, muy grave”. Vemos, prevemos muchos peligros que están a la vista. Los otros, los imprevisibles… La gente tardó en darse cuenta del peligro que representaba Hitler. Llegó legal y democráticamente al poder y muchos —no los nazis, claro— pensaban que el gobernante sería mucho más moderado que el candidato. El gran Stefan Zweig que, desesperado, se suicidaría en exilio, en Brasil, apuntó en El mundo de ayer. Memorias de un europeo (1942, ahora publicado por Acantilado) que la prensa tranquilizaba a la gente: el nazismo se va a desinflar como un globo, los más radicales, una vez del otro lado del mostrador, se van a civilizar. Sabemos que no fue así.

Hoy, en muchas sociedades, las víctimas de la modernización, globalización, etc., se van con los movimientos de derecha, de ultraderecha y rechazan a la democracia. Es el caso en varios países de Europa y en muchos países de nuestra América. No digo “latina”, porque Donald Trump tiene una base electoral tan fuerte como fiel. No hablo de dictadores como Maduro o la pareja infernal que oprime a Nicaragua: hemos totalmente subestimado a esos malvados que, a fuerza de represión y corrupción, han logrado sobrevivir. ¿Es previsible su caída? No sé. En el caso del presidente electo de Brasil, intentan tranquilizarnos, no como en la Alemania de 1933: dicen que no tiene mayoría en el Congreso, que su partido tiene pocos diputados, que su problema será más bien la imposibilidad de gobernar. Ya veremos. El Financial Times (27 de noviembre), mejor dicho, uno de sus articulistas, John Paul Rathbone, en “Nuevos mandatarios”, opina que “el nuevo presidente de México no estará limitado por las instituciones, a diferencia de su homólogo brasileño”, y que tiene una mayoría impresionante en ambas cámaras. Pregunta: ¿quién es la mayor amenaza para la democracia liberal? Con casi toda seguridad es el Sr. López Obrador —quién promete paz y amor— más que el Sr. Bolsonaro, un proponente del encarcelamiento para todos sus opositores”.

En Europa, España sigue en crisis política permanente, es posible que vaya a elecciones anticipadas que no resolverán nada. Italia, Inglaterra, Alemania, con serios problemas por razones diferentes. Varios países de la Unión en franca deriva autoritaria. Y Vladimir Putin que sigue moviendo sus piezas, la última movida siendo la escalada bélica contra Ucrania, sin que nadie sea capaz de contestarle.

Y la gran incógnita económica: ¿Vamos o no vamos a sufrir un frenazo económico mundial? El último análisis del FMI alerta del peligro. Lo que no impide desearnos a todos un feliz 2019.

Investigador del CIDE
jean.meyer@ cide.edu

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses