Las nuevas prácticas educativas generan conocimiento a través de ejercicios lúdicos, más divertidos, interactivos. Así, los valores cívicos, éticos, democráticos y los conocimientos técnicos, se adquieren, no en la prédica, sino en la práctica.

Ese es el caso del aprendizaje colaborativo que ya se aplica en cientos de escuelas públicas mexicanas, impulsado por asociaciones civiles.

También, las ciencias y técnicas “duras”, como las ingenierías, la electrónica, la mecánica y la programación, entre otras, se aprenden en competencias de robótica.

Los alumnos viven con enorme interés la experiencia de construir un robot y se emocionan al competir frente a otros equipos que ponen a prueba la calidad y eficacia de su diseño. Estas competencias no se distinguen, en pasión y apego, de las deportivas.

Asimismo, el desarrollo de la sensibilidad, la autoestima, vida interior; el pensamiento matemático, el trabajo en equipo, la disciplina y la búsqueda de la excelencia, se logra a través de la interpretación de música clásica.

Las orquestas infantiles son fábricas de buenos ciudadanos. El efecto en el cerebro humano al interpretar música es espectacular.

La activación física y el deporte tienen también grandes ventajas en la coordinación física y cerebral del alumno, por lo que el deporte no debe verse como algo adjetivo, sino como parte esencial en el desarrollo de los niños.

Cuando se logre sumar todo esto en el currículo educativo, ir a la escuela, será algo mucho más divertido que en el siglo XX. Ya estamos en el XXI y así será la educación en el presente. No todo es presupuesto, la imaginación ayuda.

Hay que acelerar el paso. La educación en el mundo y en México sigue siendo tradicional. Esto es explicable, ya que los grandes cambios tecnológicos, la investigación sobre el proceso cognitivo y las nuevas fuentes de conocimiento son recientes y cambian constantemente.

¿A qué me refiero por tradicional? Cuando el maestro transmite conocimientos, como la única parte activa del proceso de enseñanza y los alumnos reciben la información pasivamente.

Esto ya lo cambió la tecnología, pero todavía 70 por ciento del magisterio da clases a través del dictado. Eso aburre a los alumnos y reaccionan con desinterés por la clase.

Urge acelerar el cambio en la relación maestro–grupo–alumno. Construir una nueva relación en donde el aprendizaje sea horizontal; en donde sí se valga copiar y el alumno construya su propio aprendizaje y lo comparta con sus compañeros.

¿Y qué debe hacer el docente? El maestro se está convirtiendo en un coordinador del aprendizaje; es el responsable de generar los ambientes para que niñas, niños y jóvenes logren aprender lo que más les interesa. No más dictados, no más clases aburridas, sino experiencias de prácticas, investigación y participación colaborativa.

Afortunadamente, algo que es muy notorio, es que lejos de tener miedo a salir de su zona de confort, los más interesados en aprender más y mejores métodos, y nuevas formas de transmitir el conocimiento, son los docentes.

Es notorio como se entusiasman los maestros al impulsar a sus alumnos de una manera distinta. La respuesta para el futuro, es formación continua del magisterio.

Presidente ejecutivo de Fundación Azteca.
@EMoctezumaB
emoctezuma@tvazteca.com.mx

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