Baviácora.— Sin atención médica y con sus pies lacerados con unas enormes llagas, Jesús Francisco Romero Salazar, de 21 años, padece retraso mental y está a punto de perder parte de sus extremidades inferiores; sus padres aseguran que se trata de un caso agravado por la contaminación del río Sonora, ocurrido el pasado 6 de agosto de 2014.

Cristóbal Romero, de oficio jornalero y la señora Sandra Francisca Salazar, dedicada al hogar, padres del joven comentan que antes del derrame de tóxicos ya tenía problemas en su piel, pero no de la manera en que se encuentra ahora.

Jesús Francisco fue atendido en el Hospital de Ures y en el Hospital General del Estado (HGE) en Hermosillo, pero el Seguro Popular no cubre el costo de la atención.

“Me dijeron —en el HGE— que le tienen que hacer un injerto, pero de dónde lo voy a pagar, eso me cuesta 20 mil pesos”, expresa el padre de Jesús. EL UNIVERSAL realiza por segundo año consecutivo una visita a esta familia.

Jesús Francisco camina despacio, habla poco, se sienta en una silla mecedora en el patio de su casa. Se remanga el pantalón y saca sus pies de unas desgastadas sandalias. Baja sus calcetines para desprender lentamente unas cintas adhesivas pegadas entre su piel y unas gasas que cubren sus heridas un poco más arriba de sus tobillos. Sus pies están hinchados, negros, amoratados y sus heridas son profundas se observa su piel gangrenada. Asegura que no le duele.

A diario le aplican dextranómero, polvo para heridas o cavidades profundas, porque se lo recomendaron a su padre.

Desesperado, prácticamente en el desempleo, Cristóbal señala que le dieron un apoyo de 5 mil pesos por parte del Fideicomiso Río Sonora, por una pequeña parcela donde cultiva chiles, pero el dinero se le fue en las medicinas de Jesús Francisco”. “Ya no hay dónde laborar aquí, voy al día, a veces puedo tener trabajo como jornalero y no hay para comer”. Sandra Francisca relata que desde hace dos años a su hijo le salió una roncha en su pie derecho, pero se le complicó después de la contaminación del río.

Asegura que la causa por la que su hijo se encuentra a punto de perder parte de sus extremidades inferiores es el agua con la que se baña, pues no tienen recursos para comprar agua purificada. Solicitaron apoyo a la pasada administración del ayuntamiento y no tuvieron respuesta, confían en que los representantes de los pobladores del Río Sonora logren que Grupo México se haga responsable de todos los daños. Hace un año, se le realizó una biometría hemática completa, análisis de química, un estudio de metales en la sangre de tres elementos: plomo, arsénico y aluminio. De acuerdo con los resultados del Laboratorio Bioquímico San José, el joven presenta desórdenes metabólicos y presencia de metales en la sangre.

Para el Héctor Duarte Tagles, especialista en Salud Ambiental, de acuerdo con las imágenes que observó de las ulceraciones en los pies del joven y asociando los resultados que presenta el laboratorio tiene los niveles alterados. “De no atenderse podría caer en insuficiencia renal por una mala atención”, dice. Al tener las heridas expuestas y bañarse con agua contaminada con metales su estado de salud puede estarse agravando, considera.

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