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Es antinatural, dice el realizador Peter Greenaway, ver cine en las salas construidas para ello.

“Ustedes no son animales nocturnos y sólo los están obligando a estar quietos 120 minutos viendo algo y sin moverle para ver de distintas formas”, señaló a decenas de jóvenes durante su charla en la UNAM.

“¿No tendrían que estar molestando a sus vecinos?”, dice divertido el director británico.

De esa manera, en la cátedra Ingmar Bergman realizada la noche del miércoles en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA), el realizador de El libro de cabecera argumentó su idea de los últimos años, de que el cine ha muerto.

“Sólo hay un asiento, en toda la sala, donde las cosas se ven perfectas y disfrutan y quizá eso sea por el teatro, porque el mejor lugar era para el rey y se quedó como parte de los modelos de salas”, expresó.

Y apuntó:

“Tenemos un cine creado por textos, en 135 años de vida del cine, sólo hemos visto textos ilustrados, aunque no debería quejarme de un arte tan joven e inmaduro, cuando se tiene a la pintura con 8 mil años.

“Pero si se piensa en las miles de películas que se han hecho desde 1895, son muchas”, explicó.

Previo a la charla se proyectó la cinta ¡Que viva México!, hecha con material del realizador Serguéi Eisenstein en 1931 y del cual Greeneway acaba de estrenar filme en salas nacionales. Fue musicalizada en vivo por el Ensamble Cine Mudo, especializado en cine silente.

La Cátedra Ingmar Bergman consiste en acercar al alumnado al proceso creativo con la presencia de quienes hacen el cine.

Una de las ideas de Greenaway es que es el editor de cine quien verdaderamente es el responsable supremo de cómo quedan las películas.

El editor es el responsable de dar ritmo a la historia, quitando o sumando escenas y, en varias ocasiones, cambiando su orden original para lograr el propósito final.

“Y ahora con las nuevas tecnologías, más”, precisó Greenaway.

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