Hoy que faltan solamente poco más de seis meses para la elección presidencial de 2018, y en medio de hechos nada alentadores en el ámbito internacional, relacionados con políticas o pronunciamientos del presidente de EU, Donald Trump, como el reciente reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, la posición de México respecto a su vecino del norte —y por ende en el ámbito internacional en general— podría volverse cada vez más incierta y delicada.

En este sentido, hoy, quizás como en pocas ocasiones en la historia moderna de México, se torna más trascendente quien resulte electo presidente el próximo año.

A casi un año de haber tomado posesión del cargo, queda claro que el mandatario estadounidense está dispuesto a cumplir todas y cada una de sus promesas —amenazas— de campaña. Por ello, en los varios temas que nos afectan, quien releve al actual titular del Ejecutivo federal mexicano deberá encarnar mucho más que un contrapeso al discurso y las políticas públicas que ya están en marcha en EU, que se refleje, en lo que sin duda será un labor titánica, en nuevas alianzas y movimientos estratégicos en múltiples frentes en favor de los mexicanos.

Los temas prioritarios son varios. Por un lado, recientemente concluyó la quinta ronda de renegociaciones del TLCAN entre los gobiernos de México, Canadá y EU, sin que se hayan concluido capítulos nuevos del acuerdo y sin dar a conocer muchos detalles de avances alcanzados. En el ámbito migratorio, por su parte, Donald Trump no ha disminuido un ápice su retórica antiinmigrantes y tampoco en lo que respecta al muro en la frontera con nuestro país. Asimismo en cuestión de armas, violencia y narcotráfico, área en la que para el presidente Trump México es el principal responsable y en la que se vislumbra más que complejo que sucedan cambios legales o directrices —como una eventual regulación más estricta a la venta de armas— favorables para nuestro país.

En este difícil contexto, que siempre podría empeorar al tratarse de Trump, quien resulte electo en 2018, sea del partido que sea, encarará el enorme reto de intentar, ahora sí, sacar avante la agenda nacional, a pesar de magnate. Y para ello el apoyo de otros actores políticos estadounidenses será crucial. La renovación el año entrante de toda la Cámara de Representantes y parte del Senado estadounidenses puede ser una buena oportunidad para ir ganándole terreno a Trump.

En suma, México tendrá que mutar en gran medida la manera de hacer política con EU, con miras a la construcción de una multitud de canales de comunicación de peso con actores de todo orden, ya no sólo la Casa Blanca. Exijamos a los candidatos a la Presidencia un plan claro y sólido en esa dirección.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses