Ir al baño. Los japoneses hacen de ese momento íntimo, toda una aventura. Esta tecnología sanitaria, desarrollada desde los años setenta es una experiencia que todo viajero debe vivir.

Las innovaciones han ido tan lejos, que los inodoros parecen naves espaciales y han puesto en aprieto a muchos turistas que no logran comprender cómo funcionan, ni siquiera las indicaciones que se dan. Una encuesta aplicada en 2014 reveló que el 25% de los extranjeros que llegaban a la Tierra del Sol Naciente, simplemente no sabían cómo usar el baño.

Por esa razón la industria sanitaria japonesa decidió crear un código de señalización universal en base a una iconografía que haga más amigable la simple acción de ir al baño.

La medida es más que necesaria, si se toma en cuenta que en 2020 el archipiélago pretende recibir a 40 millones de visitantes extranjeros durante los Juegos Olímpicos de Tokio. Tan solo en 2016 rompió récord con la llegada de 24 millones de turistas internacionales.

Descifra el acertijo

A un costado del retrete hay un control con símbolos que representan varias opciones a las que puede acceder el usuario, como la descarga pequeña de agua, descarga grande, tapa abierta o cerrada, el stop, chorro de agua y secador.

Japón debe ser una de las pocas naciones que tiene una cultura tan desarrollada en torno a los servicios sanitarios. Quien no haya viajado a estas latitudes, tal vez le parezca un mito o una exageración que los escusados puedan cambiar la temperatura, levantar y bajar las tapas automáticamente y, sobre todo, que reproduzcan música para crear un momento inspirador.

El hecho de que la industria completa haya decidido estandarizar su lenguaje iconográfico es un gran avance, si se considera que los baños de Japón pueden ser un poco intimidantes, ya que son verdaderos robots sanitarios.

Como en una nave espacial

Según un estudio del Gobierno de ese país, más del 80% de los ciudadanos poseen retretes de última tecnología.

Los aparatos tienen varias particularidades que llaman la atención de quienes los usan por primera vez. El hecho de que la taza tenga calefacción, resulta reconfortante para muchos turistas en época de invierno.

Además, para evitar el contacto del usuario con gérmenes, la tapa se levanta de manera automática al acercarse, y se baja una vez que se deja de usar. Terminado el proceso, la cadena se “jala” sin la intervención de la persona, tecnología que sí se puede ver en algunos baños en México.

En cuanto a la limpieza, los japoneses no siempre tienen la necesidad de usar papel higiénico ya que el inodoro expulsa agua tibia, y enseguida se activa un secador.

Hoteles, restaurantes y particulares salen ganando al evitarse la lata de lavar el escusado porque éste se puede “autolimpiar” después de cada uso, a través de un completo lavado antibacterial y antisuciedad.

Solo le falta hablar. Mientras la persona está en lo suyo, la taza ofrece otras opciones: dar masajes en la espalda, reproducir música o encender una televisión. Las empresas japonesas han avanzado en ahorro energético al ir disminuyendo la cantidad de agua que se expulsa al tirar la cadena.

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