El fútbol mexicano vuelve a estar en el ojo del huracán.

Apenas tres semanas después de que Miguel Herrera golpeara al comentarista deportivo Christian Martinoli (lo que le costó el puesto de director técnico de la Selección Mexicana), los futbolistas Luis Gorocito y Alejandro Molina, del Necaxa, fueron enviados a prisión, acusados de haber agredido a Luis Rodolfo Mariscal López, un estudiante de 22 años de edad.

El incidente habría sucedido durante las primeras horas del domingo, afuera de un bar de Aguascalientes, ciudad sede del club Necaxa, de la segunda división del futbol mexicano.

Mariscal está grave, "con traumatismo craneoencefálico severo, probable fractura de piso medio, múltiples contusiones a nivel facial y probable neumonía por broncoaspiración", indicó la oficina del fiscal local, a través de un comunicado.

Gorocito, de Uruguay, y el mexicano Molina, fueron suspendidos indefinidamente por el Necaxa, "hasta que su situación jurídica sobre estos lamentables hechos llegue a conclusión", informó el martes el club a través de su cuenta de Twitter.

Los futbolistas podrían pasar de ocho hasta 12 años en la cárcel si son declarados culpables.

Susan López García, prima del joven lesionado y testigo de los hechos, narró a la prensa local lo sucedido. Describe que Luis Rodolfo, un amigo y ella estaban afuera de un bar y al caminar se toparon de frente con Gorocito, Molina y una mujer, que iban alcoholizados y le empezaron a faltar al respeto. "Mi primo y uno de sus amigos les dijeron que tuvieran más respeto y ellos les respondieron con golpes", dijo a un periódico de Aguascalientes.

"A mi primo le dieron un golpe en la cara, lo tumbaron al suelo; se levantó, le dieron una patada en la cabeza, le comenzaron a dar patadas en la cabeza los jugadores y yo intervine para defender a mi primo y me agarraron igual, y me aventaron contra el suelo", agregó Susan.

Los futbolistas se reservaron el derecho a declarar, y la juez Margarita Zapata informó que será el 25 de agosto cuando pueda resolverse su situación jurídica.

"Pido oraciones. A mí lo único que me interesa es la salud de mi hijo. Los otros (Gorocito y Molina) se los dejo a la Justicia", dijo la madre de Rodolfo Mariscal, Teresa López, a la prensa mexicana.

El muchacho, en coma inducido, permanece como "muy grave", según familiares y autoridades médicas.

De un tiempo de la fecha, el futbol mexicano ha ido de escándalo en escándalo.

Primero fue Miguel Herrera, quien golpeó al comentarista de una televisora en el aeropuerto de Filadelfia, al término de la Copa de Oro (que por cierto ganó el Tri).

La semana pasada varios medios reportaron un incidente en Cancún, Quintana Roo, donde jugadores del club Pachuca habrían cometido actos de racismo tras burlarse del árbitro Adalid Maganda, a quien recibieron con sonidos que imitaban a simios.

La Federación Mexicana de Futbol, la liga, el Pachuca y la Comisión de Arbitros no negaron el hecho, pero prefirieron guardar silencio.

Y ahora Gorocito y Molina vuelven a poner en una situación incómoda al futbol mexicano, que aún tiene materias pendientes, como encontrar nuevo entrenador para la Selección Nacional y erradicar la violencia en los estadios.

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