La Fundación Miró explora por primera vez en la exposición "Miró y el objeto" la relación del artista con el objeto y su evolución desde la representación pictórica del objeto hasta su incorporación física en la obra.

Comisariada por William Jeffett y patrocinada por la Fundación BBVA, la exposición, estará abierta al público en Barcelona desde mañana hasta el 17 de enero.

La muestra presenta cerca de 120 obras, entre pinturas, cerámicas y esculturas, que abarcan un extenso período desde 1916 hasta 1981 y que proceden del fondo de la Fundación Miró y de colecciones públicas y privadas de Europa y América.

La muestra se despliega en seis ámbitos de estudio que investigan cómo el artista evoluciona desde la representación pictórica del objeto hasta la incorporación física del mismo en la pintura, a través del uso del "collage" y el "assemblage".

Este proceso, que en muchos aspectos, significó, a finales de los años veinte, un desafío frontal a las artes plásticas, queda patente, según explicó hoy Jeffett, en la expresión que Miró utilizó en 1927 de "quiero asesinar la pintura".

Según el comisario, con esta frase, el artista quería expresar su voluntad de "destruir una cierta idea de la pintura entendida como pintura de caballete o tela".

La exposición revela cómo, en la década siguiente, el artista fue introduciendo gradualmente materiales más heterodoxos y antiartísticos en su obra hasta considerar su propia pintura como un objeto, igual que las imágenes pictóricas generadas por la aplicación del collage.

Esta tendencia, continuó Jeffett, culmina tras la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial, con la incursión de Miró en la cerámica y la escultura, una línea de trabajo esencial durante los últimos años de su trayectoria, que fue también denominado segundo "asesinato de la pintura" o "antipintura".

"Miró exploró por primera vez la idea de la antipintura en 1930 en una serie de telas en las que calculó con gran precisión la composición para luego eliminarla tachando la imagen", agregó.

Al final del recorrido se pueden contemplar una serie de telas quemadas hechas para la exposición que el Grand Palais de París dedicó al artista.

El conjunto expositivo comienza con una selección de los objetos encontrados y coleccionados por el propio Miró y que reunía en sus talleres de Barcelona, Palma y París.

Así, incluye obras que nunca se habían podido ver en España, como Retrato de una bailarina (1928), que perteneció a la colección de André Breton y que hoy se encuentra en el Centro Georges Pompidou de París, o Los juguetes (1924), del Moderna Museet de Estocolmo.

Jeffett destacó también La espiga de trigo y La lámpara de carburo, dos naturalezas muertas de 1922-1923, pertenecientes a las colecciones del MOMA de Nueva York, que no se habían podido ver en la Fundación barcelonesa desde 1993.

La exposición exhibe, por primera vez juntos en Barcelona, cuatro objetos ensamblados de la escasa y delicada serie que Miró realizó en 1931, así como dos "collages" de 1929, uno de los cuales pasará a formar parte de la colección de la Fundación.

Entre sus obras de madurez sobresale Cuadro-objeto (1972) y Los pájaros de presa se extienden sobre nuestras sombras (1970), un óleo sobre piel de vaca que preside el último ámbito de la muestra.

La Fundación Miró ha diseñado una propuesta de actividades que incluye una actuación de danza contemporánea en el interior de las salas de la exposición, a cargo de Lali Ayguadé, y un espectáculo de teatro del objeto titulado "Menut cabaret", de la compañía Sola & Tully.

sc

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