Que llamen a los bomberos para la Ópera

En la Ópera de Bellas Artes se han encendido las alarmas. Nos cuentan que en un par de semanas comenzarán los ensayos para la producción de Carmen, de Bizet ¡y no hay protagonista! La mezzosoprano Ginger Costa Jackson estaba apalabrada, pero a la mera hora declinó la invitación porque, nos aseguran, no tenía garantías de que le pagaran en tiempo y forma. La última producción que presentaron fue Los Puritanos, en mayo, luego hicieron la versión concierto de La güera y Misa de seis, de Carlos Jiménez Mabarak; vaya, que si bien llevar una ópera a escena es un trabajo muy complejo, tiempo sí tuvieron para organizarse. La programación del segundo semestre sigue sin ser anunciada y aunque está confirmado que cerrarán con Carmen y La boheme, nos cuentan que siguen buscando con qué más rellenar y justificar cinco meses de trabajo. Lo más preocupante, nos aseguran, es que no hay quien apague el incendio. La directora artística, Lourdes Ambriz, anda de vacaciones, y la directora ejecutiva, Adriana Camarena, de incapacidad. Ya veremos quién se avienta el bomberazo.

Extinción de dominio... artístico

Como si fuera un comprador compulsivo, el artista Jonathan Hernández se pasó más de dos años adquiriendo en subastas públicas bienes incautados al crimen organizado. Y todo lo que compró no lo usó para decorar su casa, presumir o regalar, sino para convertirlo en piezas de arte. Tal cual. De eso trata su nueva exposición en la galería Kurimanzutto: Extinción de Dominio.

Y más allá de las curiosas piezas que se verán en la muestra, Hernández quiere dejarle a los visitantes preguntas provocadoras y para nada ociosas: ¿cuál es la relación entre lo legal y lo ilegal en la economía mundial?, ¿cómo ocurre la asimilación cotidiana de lo ilícito?, ¿cómo funcionan los mecanismos de blanqueo de capitales?, ¿qué es un paraíso fiscal? y ¿cuál es el papel del arte dentro de este panorama? A modo de investigador, Hernández escarba con su trabajo en las redes y paradojas del poder, en los vacíos de Estado de nuestra sociedad… En septiembre 22, esos bienes extintos llegarán, transformados, a Kurimanzutto. ¿Cuánto habrán desembolsado Hernández y la galería? y ¿a cómo se venderán sus obras?

Trabajo para nada

Ciudadanos interesados en la cultura y promotores culturales ya se andan preguntando si en verdad serán tomadas en cuenta todas las propuestas y reflexiones dichas en las diversas audiencias públicas para la elaboración de la ley general de Cultura que se han hecho hasta ahora. Mucho, dicen, se ha dicho en esos encuentros, pero en realidad hasta ahora no se conoce en su totalidad todas esas propuestas. Por qué no se han hecho transmisiones en vivo de cada uno de esos encuentros o no se han publicado videos y podcast para dar difusión a las audiencias y a cada una de las propuestas entregadas en esas reuniones, se preguntan. Eso, dicen, ayudaría a transparentar y a pensar en las propuestas que se están diciendo. Pero, hasta ahora, aunque lo habían prometido, en el micrositio de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados no aparece ningún material de audio o video que recopile esas ponencias. Lo único que se ve son datos generales de cada audiencia, los diputados que participaron y la lista de ponentes.

Sigue la polémica entre “jóvenes” dramaturgos

La polémica rodea aún al Premio Nacional de Joven Dramaturgia, Gerardo Mancebo del Castillo 2016, otorgado por el INBA y la Revista Tierra Adentro. No paró con la renuncia al galardón de José Manuel Hidalgo, un joven dramaturgo de 21 años, de la Ciudad de México, que la semana pasada decidió renunciar al primer lugar luego de una carta firmada por actores, dramaturgos y gente de teatro que cuestionaron que se hubiera premiado a una obra que ya había sido seleccionada para un ciclo de lecturas en la Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia, a realizarse en la ciudad de Querétaro. La discusión continúa: hace dos días el crítico teatral Fernando de Ita escribió un amplio texto titulado “Jóvenes filisteos” en el portal Teatro mexicano, en el que acusa que lo insólito de la carta es que fue firmada por un puñado de autores que aún pasan por jóvenes porque no han rebasado los 35 años. Allí señala: “El que los jóvenes se rasguen las vestiduras por una decisión que pone por encima de una pauta —que atenta en contra de la realidad—, la premiación al talento, al hallazgo, a la auténtica rebelión juvenil, sólo puede causar desaliento”.

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