Uno de los trastornos del aprendizaje difícil de identificar desde los primeros años escolares, es la discalculia. Sobre todo porque en un principio se puede confundir con falta de conocimientos; sin embargo, conforme el infante crece es más evidente su dificultad para desarrollar habilidades aritméticas.

La discalculia, explica la doctora Maura Jazmín Ramírez Flores, de la Facultad de Psicología de la UNAM, se caracteriza por la dificultad para realizar habilidades numéricas, identificar los números o entender cantidades, por ejemplo, qué es mayor o menor, cuál número va primero y cuál le sigue, así como para hacer sumas de derecha a izquierda o de arriba hacia abajo.

Este trastorno, que es más frecuente en niñas que en niños, es resultado de daño en las áreas cerebrales relacionadas con el aprendizaje matemático: el surco intraparietal, ubicado en la corteza parietal; la corteza visual; la corteza prefrontal, el cerebelo y el hipocampo.

Los especialistas la clasifican en discalculia adquirida y del desarrollo. La primera se presenta como consecuencia de una lesión cerebral y puede aparecer a cualquier edad. La segunda surge desde la infancia e inicia cuando los niños entran a preescolar y empiezan a trabajar con operaciones numéricas.

Detección

Si este trastorno no fue detectado durante los primeros años escolares, los niños aprenden estrategias para solucionar las operaciones aritméticas, pero cuando llegan a la secundaria se acentúa más el problema, pues empiezan a manejar ecuaciones y quebrados que se les dificulta mucho resolver, menciona la doctora Ramírez Flores.

Para poderlo diagnosticar adecuadamente, lo primero es descartar que el niño no esté desarrollando sus habilidades aritméticas por falta de atención de sus padres, por ansiedad ante las matemáticas o por problemas emocionales.

Si a pesar de que constantemente se le han enseñado habilidades matemáticas y éstas se le dificultan, la psicóloga recomienda una evaluación clínica. El especialista puede apoyarse en pruebas neuropsicológicas o académicas que son específicas para habilidades matemáticas, las cuales van acompañadas de una evaluación en la escuela, en casa y de habilidades en la vida cotidiana para identificar si se trata de discalculia.

Este trastorno afecta entre 3 y 6% de la población mundial. En México se cree que entre 2 y 7% de la población la padece. Por lo general, los primeros que se dan cuenta de las dificultades para realizar actividades numéricas son los profesores, quienes trabajan con los niños cuando empiezan a desarrollar estas habilidades.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

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