A través de la lógica, la epistemología y el diálogo, los infantes pueden orientar su asombro natural y desarrollar el pensamiento crítico, asegura filósofa de la UNAM.

La reflexión filosófica es un medio para que los niños piensen de una mejor manera, por sí mismos y que no sean sujetos de manipulación.

Así lo considera la doctora Teresa de la Garza, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, quien recurre a la literatura para acercar a los niños a la filosofía, incorporando elementos de la experiencia humana tales como la amistad o la justicia.

Las áreas de la filosofía que la académica de la UNAM y sus colaboradores trabajan son la lógica y epistemología, la ética y la filosofía social y política, y la estética y la filosofía del arte. En cuanto a la primera los niños se hacen preguntas del tipo ¿cómo puedo saber que esto es verdad

En el ámbito de la ética y la filosofía social y política los niños se involucran en problemas de justicia, por ejemplo, viéndola como equidad. Así pueden cuestionarse por qué un maestro los trató injustamente o por qué hay niños que trabajan.

En el área de la estética, al igual que todos los seres humanos, los niños se sienten atraídos por el arte y la belleza, pues es un sentido que tenemos naturalmente y ellos reflexionan sobre eso, explicó la también integrante del consejo académico de la Federación Mexicana de Filosofía para Niños.

Pensar por ellos mismos

Orientar el pensamiento de los niños para enseñarlos a reflexionar, a pensar por ellos mismos, de una forma más rigurosa y crítica a través del diálogo filosófico, es otro de los objetivos de la filosofía para niños.

La universitaria destacó que además es importante impulsar el diálogo filosófico comunitariamente, ya que ayuda a aprender de las habilidades de otros.

En nuestro país, desde 1993, existe la Federación Mexicana de Filosofía para Niños, en donde se organizan cursos de formación para maestros y padres en diferentes centros distribuidos a lo largo de la República mexicana.

“Lo que nosotros intentamos es darle sentido a la experiencia de los niños y también la posibilidad de pensar que son capaces de hacer uso de sus razones y su sensibilidad para construir un mundo mejor”, finalizó la investigadora.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

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