“Hoy quiero señalar que la Procuraduría ha concluido las investigaciones respecto a uno de los mayores esquemas de corrupción internacional que en América Latina y en México se hayan visto. El complejo esquema para corromper funcionarios, obtener contratos públicos de manera indebida y luego tratar de esconder el dinero mal habido en paraísos fiscales, puso a prueba nuestra determinación y a nuestras instituciones. (…) Ya con ello, en los siguientes días se harán las imputaciones correspondientes ante el Poder Judicial Federal”. Raúl Cervantes (Texto de renuncia presentado ante el Senado de la República).

La insólita actuación de la Procuraduría General de la República (PGR) en su afán por golpear al candidato de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya, no debería generar sorpresa alguna. En un país en donde sus habitantes le temen a la policía, en el que los aparatos de procuración y administración de justicia no son respetados, sino temidos, la PGR ha sido siempre una instancia al servicio del poder, utilizada para encubrir a los suyos y para operar las venganzas políticas, lo sorprendente ahora es el descaro y la torpeza con que actúa.

¿Cómo podría explicar la PGR que en vez de investigar y llevar ante los juzgados las denuncias que ha presentado la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en los últimos diecisiete años, las haya arrumbado garantizando su impunidad (solo 10 de 872 han llegado a juicio)?

La inusual eficacia de la PGR en este asunto: la pronta identificación y localización de uno de los actores del supuesto lavado de dinero, Manuel Barreiro, ha estado acompañada por otros movimientos “extraños”: la identificación por el SAT de la empresa que adquirió el inmueble (terreno con una nave industrial) como una empresa “fantasma”; la filtración de un video de hace más de diez años en el que Anaya aparece en la boda de Barreiro y que lo único que prueba es que al joven maravilla nomás no se le da eso del baile; la difusión de la grabación de Anaya y sus asesores en la recepción de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO)…

El 16 de octubre, al anunciar su renuncia, el procurador Raúl Cervantes informó que había concluido la investigación sobre Odebrecht, sin embargo, transcurridos cuatro meses, nada ha ocurrido. En distintos países hay hasta ex presidentes y ex ministros en la cárcel o sujetos a proceso como Ollanta Humala y su esposa, de Perú o Luiz Inácio Lula, de Brasil, pero en México nadie ha sido tocado, ni siquiera Emilio Lozoya, cuyos excesos han sido exhibidos en medios.

¿Qué explica la ofensiva contra Ricardo Anaya? Quizás que algunos “genios” del “cuarto de guerra” de la coalición que encabeza el PRI imaginan que, sacándolo de la carrera, Meade se beneficiará del voto útil panista. Pero el resultado puede ser otro: fortalecer a Anaya y dejar a Meade en el sótano.

Anaya era una “opositor leal” del gobierno del presidente Peña: apoyó el Pacto por México y varias iniciativas presidenciales, sin embargo, algo ocurrió que lo volvió enemigo. El pasado domingo insistió en su propuesta de consolidar una fiscalía autónoma acompañada de una comisión de la verdad con asistencia internacional y dijo que hechos tan graves como la Casa Blanca, Odebrecht, el socavón y la Estafa Maestra deben tener consecuencias incluso para el propio presidente Peña.

El candidato del Frente tiene mucho que explicar sobre sus actividades en el mundo de los negocios y su condición de candidato presidencial no puede blindarlo. Pero la ofensiva judicial y mediática tiene mucho de perversa. La campaña electoral —ya perturbada por los asesinatos de políticos locales en fechas recientes—, se está convirtiendo en un juego de alto riesgo, en el que resalta el uso faccioso de instituciones gubernamentales, ante la reacción timorata del INE y la crispación colectiva.

En la medida en que Meade no crezca, el proceso electoral se volverá más amenazador porque se acentuará en las más altas esferas del gobierno la convicción de que la única forma de ganar es comprando la elección a billetazos y haciendo lo que sea para retener la Presidencia, y estremece sólo imaginar los eventuales significados de “lo que sea”.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate

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